LUGAR Y AÑO DE NACIMIENTO MADRID, 23 DE NOVIEMBRE DE 1950

ESTADO CIVIL CASADO CON CARMEN PALOMARES. TIENE UN HIJO

PROFESIÓN PERIODISTA

ESTUDIOS LICENCIADO EN PERIODISMO. ADEMÁS HA REALIZADO ALGUNOS CURSOS SOBRE HISTORIA, SOCIOLOGÍA Y ELECTRÓNICA

El espíritu de aventura ha sido siempre el timón que ha guiado la vida de Sebastián Álvaro. Su aspiración a lo imposible ha sido una constante. Y buena prueba de ello se ha reflejado en los 340 documentales que ha realizado para TVE en el programa Al filo de lo imposible, del que ha sido su creador. De su experiencia itinerante por todo el mundo ha acumulado paisajes en el corazón: grandes mares bravíos, atormentadas cordilleras y desiertos majestuosos. Descubrir el Himalaya, la Antártida, los Andes o el Pacífico es una empresa al alcance de todos. Pero no para todos. Y él ha sido de esos afortunados. Aunque con un precio bastante alto: siete veces a punto de morir. Ahora, tras concluir su periodo como director del programa documental de TVE concede en Madrid esta entrevista al periódico Mediterráneo para repasar su larga trayectoria como periodista y aventurero.

-¿Como fueron los inicios del programa Al filo de lo imposible de TVE?--La idea surgió de un primer documental, que hice hacia 1978, que se llamaba Nueva dimensión. Entonces pertenecía a un club de montaña que tenía a la gente más puntera en el panorama alpino español. Y ahí un chaval de 20 años, conocido por todos como Musgaño, me cambió la vida: me ofreció la posibilidad de realizar un documental sobre las últimas tendencias de escalaba libre. Una forma de practicar deporte que partía de la idea de que con preparación, entrenamiento y una buena cabeza sería uno capaz de realizar cualquier cosa. Y esa fue la base de Al filo de lo imposible. Después, en 1981 me ofrecieron participar en una expedición al Himalaya. Y fruto de esa expedición surgió el documental Dimensión 8.000. En 1983 realizamos la expedición al K2. Ahí, en ese viaje y en medio de un glaciar a 5.400 metros, rematé la idea del programa. Finalmente, en 1984 presenté el proyecto con el nombre que yo mismo me inventé.

Nueva dimensiónMusgañoAl filo de lo imposibleDimensión 8.000

-Cada expedición ha sido una aventura nueva con un riesgo impregnado a ella. ¿Ha sabido usted encontrar el límite necesario para no arriesgar la propia vida y la de su equipo?--En primer lugar quiero señalar una cuestión previa de filosofía que tiene que ver con lo que hacemos: vivir es arriesgarse. Uno sabrá gestionar el riesgo pero nada nos hace inmortales. En segundo lugar, como jefe del grupo, nunca ha existido nada más importante que la propia seguridad y la de mi gente. He realizado 193 expediciones, con más de 1.000 técnicos y especialistas, y solo hemos perdido dos personas.

-No todos pueden contemplar las maravillas naturales de algunos de los lugares recónditos del planeta. ¿Qué siente al ser tan privilegiado?--La serie de experiencias que he tenido me han hecho más humilde. Es suficiente con salir a una montaña o caminar por un desierto o en la Antártida para recuperar la imagen de lo que somos: seres vulnerables. Recuerdo las 193 expediciones por motivos especiales, sobre todo los puntos salvajes, vírgenes. Por ejemplo: El Karakórum (Asia), la Antártida, el desierto líbico y Tierra de Fuego.

-¿Cómo trabajan en equipo a esas altitudes en las que cualquier pequeño fallo puede resultar mortal?--La regla de oro es la siguiente: haz un equipo en condiciones. Y formar un buen equipo no es fácil. El mejor equipo es un juego de sutilezas en el que a cada uno le corresponde desarrollar un papel, diferente pero al mismo tiempo complementario y con un objetivo común. Si falla el grupo, todo falla en cadena.

-Durante una expedición habrá que tomar decisiones muy importantes. ¿Quién tiene prioridad el frío o las ganas de superación?--Existen muchas más incógnitas para tomar decisiones. Y depende del lugar y de las circunstancias. Contra el frío se lucha. Aunque tienes que ser consciente que sobrepasado un punto entras en hipotermia y te mueres. Es lo que le pasó al compañero y buen amigo Iñaki Ochoa de Olza, el mayo pasado cuando se quedó a 7.400 metros. Por eso, uno tiene que tener la cabeza muy fría para aún estando muy cerca de la cumbre, si es necesario renunciar.

-En su libro titulado Robando tiempo a la muerte usted habla de esa aspiración del hombre a lo imposible. ¿Ha sabido usted robarle algo de ese tiempo a la muerte?--Tengo todo el derecho a decir una frase muy conocida: Creo que he tenido la fortuna de vivir suficiente gloria para un hombre. Creo que ya le he robado bastante tiempo a la muerte, pues he estado siete veces a punto de morir. Pero sobre todo porque el tiempo que he vivido lo he llenado de pasión. Como dijo un alpinista francés, Gastón Rebufatt : "No hay que preocuparse por llenar la vida de años, sino los años de vida".

-¿Qué legado deja a la televisión pública española y, sobre todo, a los amantes del riesgo y la aventura?--Dejo 340 capítulos documentales que seguirán viendo nuestros hijos y nuestros nietos durante muchos años. También quiero señalar que

Al filo de lo imposible