Hay muchas formas de ganar. Esta vez tocó conseguirlo desde un modo mental, paciente, ante un equipo que planteó su táctica con claros síntomas de destruir y pocas ganas de crear. Al menos, el Villarreal supo estar centrado en lo importante, que era la victoria, y exhibiendo un monologuismo de fútbol constructivo jamás cayó en la impaciencia.

La lástima fue para el espectador, que no pudo disfrutar más de la tremenda superioridad técnica y táctica, posiblemente impregnados por el ritmo cansino y pegajoso que marcaban los inagotables y reiterativos cánticos de los griegos, que mostraron una sincronización y coreografía al más puro estilo de Alfredo Sanz en Cantem de Cor.

Menos mal que Cani se erigió en animador del partido proponiendo cosas diferentes, con demasiados compañeros que parecían más pendientes de que no les hicieran daño las brusquedades del rival que de acompañarle al diapasón que marcaba.

Estos dos partidos disputados como local en esta competición también han servido para comprobar que la figura del delantero centro en este equipo es una especie de mal necesario. A las torpezas de Altidore frente al Brujas, Marco Ruben acertó en la cuarta vez que dispuso de claro remate.Una victoria que convierte al Villarreal en líder, pero con resultados demasiado ajustados por lo que pueda pasar en la segunda vuelta. H