El estreno de Bale en el Bernabéu se frustró por una lesión muscular en el calentamiento. No se sabe si fue su ausencia o si el Madrid sigue en formación en medio de la pizarra de Ancelotti, convertida en un atasco a veces monumental. Menos mal que Isco ejerció de guardia de circulación en la segunda mitad para guiar a su equipo a un cómodo triunfo ante un Getafe que se adelantó, pero que fue perdiendo fuelle.

El Madrid sigue sin encontrar un estilo. Ayer no fue ni carne ni pescado. La escasa presencia de Isco en la primera mitad frenó el escaso juego de asociación del Madrid, que quedó centrifugado con Di María como única solución. Lo evitaron los dos tantos a balón parado de los blancos.

Antes, un disparo lejano de Lafita lo desvió Pepe y despistó a Diego López. El central igualó el choque en una falta lanzada por Di María que remató Ronaldo. El rechace lo aprovechó el portugués para marcar desde cerca. Luego llegó la jugada polémica en una falta lanzada por Ronaldo que dio en la mano de Míchel, en la barrera. El árbitro no lo dudó.

Cristiano marcó la pena máxima poco antes de que Benzema comenzara a ganarse los pitos por no acertar a rematar un servicio de Carvajal.

La segunda parte trajo la irrupción imparable de Isco. El ex del Málaga fue como un ciclón que arrasó con la escasa resistencia de un Getafe ya muy consumido. Marcó el tercero con una gran rosca con la derecha e hizo que el público coreara su nombre.

Al final, el Madrid jugó sus mejores minutos. Ronaldo disparó al poste y luego marcó de espuela para cerrar el choque. H