Xavi no ha vivido un buen final de temporada. En realidad, ha sido pésimo. El colofón será su marcha del Barça tras 16 temporadas en el primer equipo. Al cerebro del equipo le enseñaron educadamente dónde estaba la puerta de salida cuando Luis Enrique, lejos de garantizar su continuidad --innecesariamente porque tenía, tiene, contrato hasta el 2016--, explicó que debía hablar con él. Una conversación que no auguraba nada provechoso.

El amargo epílogo de Xavi ha sido doble. Sobre su pequeña figura se han precipitado todos los males del Barça y de la selección. El fin de ciclo de dos equipos, de dos épocas (del 2008 al 2014), que ha pagado el centrocampista, el director de la orquesta que mejor afinó en el fútbol mundial. Relegado en los dos casos, el sacrificio de Xavi ha resultado gratuito: no ha producido ningún beneficio.

Sacrificio gratuito // Ha sido un sacrificio gratuito porque ni España ni el Barça ganaron con la suplencia del futbolista, tal vez disminuido en la potencia física, todavía pletórico en su lectura del fútbol. Los dos perdieron. Y Xavi lo vio desde la banda, marginado. Creyeron que sin él se ganaría y sin él no se ganó.

En la cita decisiva de España del Mundial, el día en que se jugaba la vida, en el solemne marco de Maracaná, Del Bosque relegó a un hombre de máxima confianza, con el que ha invertido largas charlas y a quien ha escuchado alguna vez esperando un consejo. Nadie vio a Xavi en Maracaná. Ni en el campo ni en el pasillo de la zona mixta hacia el autocar. Eligió Xavi otro camino, secreto, para evitar dar explicaciones que tampoco le correspondían. Ni saltó al campo ni asomó la cabeza para calentar siquiera. Él fue una de las dos víctimas de Del Bosque tras el cataclismo frente a Holanda. La otra fue Piqué.

Fueron tan pocos los cambios que quedaron rotulados, simbólicamente, los culpables: dos jugadores del Barça. De ese equipo consumido que ha arrastrado, según algunos, a España hacia el precipicio. De ser efectivamente así, habrá que convenir que antes se produjo el efecto inicial: España subió a coger la estrella del cielo de Sudáfrica gracias al Barça, consumido cuatro años después, arrollado por la frescura del Atlético, por la inteligencia táctica del Real Madrid en la Copa.

Tuvo la Liga en sus manos, la dejó escapar y volvió a recuperar sus opciones. Martino desechó a Xavi en Elche (0-0) y le desechó ante el Atlético (1-1) en el mismísimo Camp Nou. Tata renunció, llegó Luis Enrique y dijo que hablaría con Xavi. Otras alusiones fueron más satisfactorias para los involucrados: de Messi recordó que era el mejor del mundo y de Mascherano valoró que tenía los atributos para ser capitán. El mediocentro argentino ya ha renovado y quizá lleve el brazalete. Hay muchas vacantes. Tres de los capitanes no estarán.

BAJAS SIGNIFICATIVAS // Valdés y Puyol ya se han despedido, uno para conocer “otras culturas” y el otro por lesión. Xavi anunciará su marcha en breve hacia Catar. Se van futbolistas muy significados y significativos, con peso específico. Por ahora. Llegan dos porteros (Bravo y Ter Stegen), un centrocampista (Rakitic) y dos promesas (Rafinha y Deulofeu).

Habrá más bajas. Pedro explicó que quiere “hablar con el club” de su futuro porque intuye que el cambio de entrenador, teóricamente beneficioso para él, no augura nada bueno. “El Mundial con España ha sido igual de duro que la temporada con el Barça”, dijo tras el encuentro frente a Chile. La prematura eliminación adelantará la fecha de incorporación de los internacionales.

El proceso de desmembración de la idea sobre la que se sustentaron la Roja y el Barça también afecta a Dani Alves, de quien se especula su traspaso al París Sant Germain para abaratar el fichaje del central Marquinos. Blanc, el entrenador del club francés, negó que el joven brasileño abandone el equipo pese al fichaje de otro central, David Luiz. “Xavi no puede irse del Barça. Si se marcha Xavi, que es el emblema, es que ya puede irse cualquiera”, dijo Alves, desorientado por la virulencia del fin de ciclo. El del Barça y el de España. El de Xavi. H