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El apunte

El encuentro perfecto; el marcador y los modales muy equivocados

Más de uno en Sevilla se habrá lavado la cara dos veces para leer los titulares que certifican la victoria de su equipo. Aquí nos quedaremos con el disgusto de una derrota injusta. Es decir que hoy, tanto para lo bueno como para lo malo, toca decir aquello de ver para creer.

Al que escribe le sentaron mal hasta las palabras de Trigueros en la tele, diciendo que el resultado debe servir para aprender. Lo digo porque el que dio la lección fue el Villarreal. Con un grandísimo Manu, un gran Moi y, como siempre, un gran Bruno, pasó por encima al Sevilla, hoy colíder. El históricamente gafado Pizjuán lo volvió a ser. Pese a que Marcelino convirtió el césped en un tablero de ajedrez, ganándole de largo en presión, cambios, elaboración... al exagerado Emery, que como siempre montó el número apelando a la presión de la grada, trabajo que allí hacen de maravilla no solo para presionar al árbitro, penaltito incluido, sino también para faltar al respeto al técnico asturiano en un momento emocionalmente amargo. Hecho lamentable que, para los medios anecdóticos, hoy será la única noticia.

El Villarreal ganó en todo, solo le faltó la suerte que tuvo el rival y acertar. Sea como sea, llegó la primera derrota a domicilio, pero cuando se juega siendo el Villarreal hasta se lleva mejor, ya que incluso da confianza en el futuro. O sea que de cara de tontos nada; aunque fastidia, por no decir otra cosa, y mucho. H

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