Sergio Garcia tiene solo 16 años, pero su vida va a todo velocidad. Empezó a competir con 12 y después de muchas carreras, un título de campeón de España y un subcampeonato del mundo júnior, este fin de semana le llegaba el bautismo en el Mundial de Moto3 nueve días después de cumplir la edad mínima para poder participar. Llegó a Argentina dispuesto a dar la razón a quienes le auguran un gran futuro, entre ellos los responsables del equipo Estrella Galicia, la misma escuadra que dio la primera oportunidad a Marc Márquez. Pero las ganas de hacerlo bien y, principalmente, su poca experiencia le jugaron una mala jugada.

CAÍDAS // El burrianense se fue al suelo en las sesiones de calificación por querer colarse por un sitio casi imposible, por dentro, destrozando la moto y sin tiempo material para repararla y lograr una buena posición de arrancada en carrera (finalizó penúltimo). Parecía que el susto del sábado quedaría en una mera anécdota, pero la cosa se complicó en el warm up del domingo. El piloto castellonense pisó la hierba, muy mojada por la lluvia de la noche anterior, y voló por los aires de manera espectacular para acabar dando numerosas vueltas de campana con su cuerpo sobre el piano del circuito y quedar aturdido. Detrás iba Jaume Masiá, quien no pudo esquivar su moto y acabó por los suelos (sus mecánicos tuvieron trabajo extra para arreglar la máquina, recompensado con el triunfo de su piloto en el Gran Premio de Moto3, haciendo buena la pole con la que partía). El valenciano fue el primero que atendió a Sergio, a quien le costó recuperarse del fuerte golpe. Mientras los jueces sacaban la bandera roja suspendiendo la tanda previa a la carrera, el burrianense se fue directo a la clínica del circuito, donde le diagnosticaron un traumatismo craneoencefálico. Siguiendo el protocolo del Mundial, luego fue derivado al hospital Santiago del Estero para que le realizaran (obligado en estos casos) un TAC, por lo que se perdió la posibilidad de debutar en competición y deberá esperar hasta Austin.

Allí llegará Sergio García dispuesto a olvidar la mala suerte de Argentina y llevarse la primera gran alegría en el Mundial.