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«Estar líderes o no, no es una obsesión para el vestuario»

«Estar líderes o no, no es una obsesión para el vestuario»

Álvaro Campos (València, 1 de abril de 1987) cumple su segunda etapa en el CD Castellón en la plenitud de su carrera. En Castelló ha encontrado el lugar definitivo para asentarse tras una carrera de trotamundos. Aquí se siente querido, valorado, y él lo agradece con actuaciones como la del pasado domingo, parando un penalti vital que permite dar un paso más hacia ese ascenso con el que sueña y con el que quiere quitarse la espinita de no haber podido establecerse en alguna de las dos primeras categorías del fútbol profesional. La oportunidad puede estar ahí, a punto de cumplir los 33 años.

--Menudo subidón de adrenalina provocó el domingo en Castalia.

--El subidón fue de todos. Veníamos de perder ante un rival directo [Olot]. Te pones con un penalti en contra, lo paras y ese subidón nos lleva al gol. Y todo cambia totalmente. Del negro al blanco.

--Y en la grada se pasó del runrún de cierta desconfianza con el equipo a la euforia.

--Es cierto que fuera de casa los marcadores no están siendo tan positivos como en la primera vuelta, pero los números siguen siendo buenos, pese a accidentes como el del día del Lleida.

--¿No es mucho exigir ahora a este equipo que pelee por subir cuando viene de sufrir lo indecible la pasada temporada?

--Nuestra exigencia ahora mismo solo es ganar al Badalona. Ir paso a paso es lo que nos lleva a objetivos grandes. Tenemos un gran club, con una gran gestión, un gran cuerpo técnico --para mí de otra categoría--, una gran plantilla. Con humildad podemos ganar a cualquiera. Pero en este grupo hay una igualdad tremenda. Eso sí, si estamos bien, somos capaces de ganar a cualquiera.

--La ilusión generada no tiene precedentes. Ya son 14.000 socios, récord histórico del club.

--Eso es amor incondicional de una afición que ha sufrido mucho las malas gestiones de empresarios que no han mirado por el bien del club sino por el propio. Y, de repente, a punto de desaparecer un sentimiento llega aquí un señor, Vicente Montesinos, y dice que esto no se acaba, que vamos a hacer las cosas como si fuera la empresa familiar. La humildad es la clave del éxito. Aquí no hay nadie con aires de grandeza, sino un equipo del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

--¿Nota el futbolista si el proyecto está en manos de gente de casa que, en cambio, en la de inversores cuya meta es el negocio?

--A ver, es cierto que Garrido no hizo nada malo: nos ayudó, pero las cosas no salieron. Al volver Montesinos, regresó ese sentimiento de que estás luchando por algo tuyo. Solo quiere que esté el Castellón en lo más alto y no por ambición económica.

--Usted es de los que puede valorar en primera persona la evolución positiva del club en los últimos años. De Cruz a Montesinos, ¿tan brutal es la diferencia?

--Viví una época muy mala. El primer año que estuve aquí entró dinero y la cosa más o menos fue bien, pero el segundo fue un desastre. Desde enero de esa segunda temporada no cobré nada y la mayoría de mi deuda la pagó Montesinos cuando yo ya no estaba. Desde entonces no hemos hecho nada más que mejorar.

--Ha pasado por clubs importantes como Cádiz, Albacete... ¿Es aquí, en Castelló, donde se ha sentido más importante?

--Sé que este es mi sitio. Es el club con el que me he identificado más. He estado en clubs importantes y me he sentido querido en muchas partes, pero llega un momento en el que pones el pie derecho dentro del campo y lo tienes claro: esta es mi casa. Es difícil de explicar, pero lo sientes así. Y creo que el cariño es recíproco, me siento muy valorado por el club y por la afición.

--Tiene contrato hasta 2022. Si todo va bien tiene a tiro superar los partidos del portero más importante del club en los últimos 20 años, Oliva (a 60 encuentros).

--Oliva es un referente. Castellón y Oliva iban de la mano. Es un club de grandes porteros, el propio Oliva, Emilio Isierte... No sé si le superaré, pero el tiempo que esté aquí voy a dar lo mejor.

--De su carrera no puede tener queja: 20.000 minutos en Segunda División B reflejan que casi siempre ha estado bajo los palos. ¿Cuál es el secreto?

--He tenido la suerte de que los entrenadores siempre han confiado en mí. Salvo un año en Albacete, siempre he sido el portero titular del equipo allá donde he estado. Es de agradecer. Yo trabajo siempre igual, con la ilusión de los 20 años.

--Siendo muchos años no de los mejores porteros de Segunda B, ¿le queda la espinita de que no haya llegado nunca la oferta de una categoría superior?

--No he tenido la oportunidad de demostrar si valgo para otra categoría. Eso es lo que me duele.

--¿Por qué no le ha llegado esa oportunidad?

--El fútbol es así. No lo achaco a nada ni a nadie. Es el mercado. Se decantaban por otras opciones. Intentaremos que sea en la última etapa de mi carrera cuando dé el salto. Si sale la opción de jugar en Segunda A, pues no la voy a desaprovechar.

--Antes citábamos a Xavi Oliva. A él le llegó la oportunidad de llegar a Primera División a los 33 años, con el Villarreal. Igual...

--Bueno, yo no iría nunca al Villarreal, aunque sea en Primera División. No me lo planteo.

--Volviendo al presente, ¿piensan en recuperar el liderato o se sienten más cómodos un peldaño por debajo, más tapados?

--La verdad es que no vemos la clasificación. Sabemos que estamos arriba, pero no pensamos en dónde estaremos si ganamos un partido o en qué hará el Sabadell, por ejemplo. Si sumamos de tres, estaremos un poco más cerca de poder jugar los play-off. Estar líderes o no, no es una obsesión.

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