El Villarreal fue su peor enemigo ante Osasuna. Los amarillos ofrecieron un buen fútbol en tres cuartos partes del campo, pero jugaron con la luz apagada cuando encaraban la portería de un conjunto navarro que exprimió al máximo su llegadas al área de Asenjo. Pero el fútbol son goles y el Submarino no dispuso ayer de su talismán Gerard Moreno, con Paco Alcácer lejos de tener el olfato que e distingue. Injusta derrota que rompe una buena dinámica de resultados. El trébol de la suerte de los rojillos y Herrera frenaron a un equipo amarillo que tiene en la Europa League su sueño americano. 

Un combinado groguet con distintas caras pero con idénticas buenas sensaciones. Emery rompió su conducta de las últimas semanas y recuperó su fama de técnico adicto a la dosificación de esfuerzos cuando llegan los partidos intersemanales. En juego están unas semifinales de la Europa League, aunque también asegurar estar la competición continental la próxima temporada. Solo repitieron en el once Albiol, Parejo y Foyth, y el argentino en una posición diferente a la de Zagreb. Un 4-3-3 claro con Yeremi y Rubén Peña abiertos a las bandas y Alcácer de delantero centro. En el centro del campo una nueva fórmula con Foyth, Parejo y Moi Gómez. 

Los cambios no afectaron al producto porque el Villarreal llevó el control desde el inicio y ofreció un juego fluido y bonito a los mandos de un Parejo enorme que canalizó todo el fútbol groguet y marcó cómo y cuándo se debía jugar el balón. A su lado Foyth, un chico que lo hace todo tan bien que resulta complicado encasillarle ahora en una posición del campo. En el hueco destinado a demarcación debería aparecer un vocablo nuevo. 

Osasuna lo tuvo muy claro desde el inicio y se abrigó en su campo con toda la ropa que pudo. Pero el Villarreal, que lo hacía casi todo bien, no acertaba en la suerte final del fútbol. Moi se estrellón en Herrera tras una asistencia de Alcácer. Y unos minutos después se repitió una acción similar a la de Raba contra el Betis. Munuera se tragó el silbato y pitó antes de que Alcácer marcara, invalidando el gol por un derribo a Jaume Costa por parte de Nacho Vidal. Después de dos minutos de deliberaciones, el VAR apuntó a que la acción se produjo fuera. Ni penalti ni gol. Y tocaba continuar con el asedio, ante un conjunto navarro muy ordenado pero que renunciaba a todo lo que no fuera defender. Y hasta el descanso, el partido se jugó en el mediocampo pamplonica, pero utilizando balas de fogueo. 

Cambios en el descanso

Emery se la jugó con Gerard y Pedraza de partida. Arsenal nuclear para un Submarino jugón pero fallón en la definición y en el pase definitivo. Osasuna no había tirado a puerta, pero seguía metida en el partido y con sus objetivos cubiertos. Alcácer falló una de esas acciones cerca del área, y solo ante el portero rojillo, pero su tiro se estrelló en el cuerpo de Herrera. Gerard volvió a gastar una vida más de Osasuna, pero el gol se resistía.

Uno de esos tópicos del fútbol, que tantas veces se escucha y que en tantas ocasiones se produce, dice que cuanto fallas tanto, acabas pagándolo. Osasuna se encontró un trébol de cuatro hojas en la Cerámica. Su primer tiro a puerta acabó superando a Sergio Asenjo, en una remate de media volea de Moncayola que se coló entre una maraña de piernas y ponía por delante a Osasuna. El milagro de los panes y los peces en versión futbolística. Y los navarros ganaban 0-1.

Todo en contra

El Villarreal vivía uno de esos días en los que todo se pone en contra. Y parecía imposible marca un gol. De hecho, tuvo que ser David García quien se introdujera el balón en propia puerta, después de un pase de la muerte de Gerard. Y el tanto también llegó con suspense. Después de dos minutos de revisión VAR, el árbitro dio como válida la posición en el arranque de la jugada del pichichi amarillo.

Y Osasuna se encontró con otro nuevo trébol de la suerte en la Cerámica, también premio a su acierto y pundonor. Segundo remate a puerta a la salida de un saque de esquina y Budimir gana en el salo a sus marcadores. Dos de dos y Osasuna por delante en el marcador. Quien perdona lo paga, un nuevo tópico, real como el 1-2. El Submarino ya actuó a partir de entonces más por impulsos que por cabeza. Su juego perdió orden y todo se traducía a golpe de corazón, lo que facilitaba el trabajo a Osasuna, que encontró espacios para, por lo menos, acercarse al área de Asenjo.

El Villarreal, muy impreciso en los centros desde las bandas y con Samu no tomando las decisiones correctas, aún tuvo en un tiro de Trigueros su chance para empatar, pero Herrera voló e hizo volar las aspiraciones groguetas. Se ponía fin a una buena racha. El jueves, ante el Dinamo, una buena ocasión para redimirse