El Villarreal CF se ha flagelado este domingo y sigue sin ganar en la presente temporada en Liga. Tras tres jornadas disputadas, el conjunto de Unai Emery ha empatado en el Wanda Metropolitano ante el Atlético de Madrid (2-2) en el esperado duelo de campeones, en el que los rojiblancos fueron superiores a los amarillos en el primer acto, pero que en la segunda mitad fue mejor que los locales, adelantándose hasta dos veces en el marcador, pero que un autogol del central Mandi por falta de entendimiento del meta Rulli condena al Submarino a las tablas en el minuto 95.

Tres empates en tres partidos disputados hasta la fecha en el presente ejercicio liguero, tres puntos de nueve posibles, un pobre bagaje para una plantilla confeccionada para ser competitivo en Liga, Copa y Champions League, pero que, de momento, no está teniendo la fortuna de cara.

Emery quería que su equipo diera un paso al frente y fuera más competitivo en el tercer duelo del campeonato, pero más lejos de la realidad. En la primera parte, el Villarreal planteó un partido a intentar conservar el balón y gozar de la posesión. Pero su fútbol lento y previsible fue abortado en todo momento por la fuerte presión del conjunto de Simeone.

Un primer acto en el que los colchoneros se adueñaron del balón ante un Submarino superado y que se dedicó a achicar balones desde su área.

Con el paso de los minutos, el Atlético comenzó a coger velocidad y supo generar peligro entre líneas hasta tener la situación más clara en el minuto 23, cuando el francés Thomas Lemar se sacó un disparo desde la frontal que se estrelló en el palo después de que el portero argentino Gero Rulli lo desviara con un paradón.

Presión rojiblanca

Los atléticos buscaban una y otra vez el marco groguet, hasta que las interrupciones aminoraron la ofensiva local., pero volvió a la carga el Atlético. Pero al filo de la media hora, fue el francés Étienne Capoue quien llegó a sacar un balón bajo la portería amarilla para repeler un disparo del belga Carrasco en una jugada en la que Rulli estaba fuera del arco. Sufría y sufría un Villarreal inoperante en ataque que en toda la primera mitad solo tuvo una llegada de Yeremi cuyo pase de la muerte no acertó en rematar Gerard Moreno.

En el tiempo añadido, el inglés Kieran Trippier tuvo un cabezazo solo en el área tras un centro de Lemar, pero su remate lo desvió Aïssa Mandi para evitar el tanto. Al descanso se llegaba con las tablas iniciales y sin disparo alguno a portería del equipo de Emery.

Cambio de panorama

El segundo acto comenzó con otro cariz. Los amarillos, espoleados por su entrenador en el vestuario, buscaron mantener más el esférico pero con la intención de verticalizar más su juego, demasiado horizontal en la primera parte.

La mentalidad, la valentía, el descaro y el desparpajo fueron los ingredientes del despertar de un Submarino aletargado hasta entonces. En especial, cabe destacar la personalidad que le puso al juego Yeremi Pino, un joven de 18 años que ante el campeón de Liga y en un escenario como el Wanda destapó el tarro de las esencias.

El canario quiso el balón, encaró a sus rivales y lideró el ataque groguet, culminando una gran noche con dos asistencias.

La primera de ellas no se hizo esperar, cuando rompió a la zaga rival para servir un balón a Manu Trigueros que llegaba como un tráiler al borde del área pasa fusilar, por toda la escuadra, al meta colchonero Jan Oblak. Era el minuto 52 y el Submarino se adelantaba en el marcador (0-1) en su primer disparo a portería.

Mazazo local

Un tanto que no arrugó a un atlético que sacó toda la garra que los equipos de Simeone ponen sobre el rectángulo de juego. En una acción en la que nuevamente presionaron la salida de balón amarilla, un error entre Alberto Moreno y Estupiñán propició el robo de Ángel Correa, quien sirvió el pase de la muerte a Luis Suárez para igualar el partido en el minuto 56 (1-1). El charrúa no falló y comenzaba un nuevo partido.

Emery, la pizarra y Danjuma

La última media hora fue trepidante. Los amarillos se adueñaron del balón, Capoue se convirtió en el amo y seños de la medular y lideró el juego amarillo. Emery movió ficha y dio entrada a Pedraza, Coquelin y Danjuma para darle mayor profundidad al equipo. Y lo logró.

Aunque el héroe volvió a ser Yeremi Pino junto a Danjuma. El canario recogió un balón tras una gran jugada, de manual sacando el balón desde su área y llegando hasta la del rival, quien sirvió al holandés para que fusilara a Oblak en el 74, estableciendo el 1-2.

Flagelación amarilla

En el último cuarto de hora, los amarillos supieron controlar el partido e incluso a la contra pudieron aumentar el marcador ante un Atlético con más corazón y garra que cabeza. Apenas una parada de Rulli a remate de Saúl inquietó al Submarino.

Pero lo peor estaba por llegar. En el minuto 95, cuando el árbitro se disponía a pitar el final, un pase a la nada terminó en poder de Mandi, que hizo lo más fácil, aunque sin coordinarse con su portero: ceder atrás la pelota. Rulli no estaba en su sitio, intuyó otra situación, no pudo reaccionar a tiempo para evitar un empate (2-2). El Villarreal se flagelaba sin sentido.

A punto de ganar por primera vez a Diego Simeone, con el plus de convicción y confianza que supone para cualquier equipo vencer en un estadio como el Wanda Metropolitano, la casa del actual campeón, más aún con todo lo que había soportado y sufrido el Submarino hasta entonces, Unai Emery no se lo creía. Ni en sus peores imaginaciones. Y el Villarreal sigue sin ganar.