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La cruel historia del CD Benicarló, del cielo al infierno en un año

En julio del 2020 el conjunto 'cadufero' ascendía a Tercera tras 27 años de ausencia, pero después de dos descensos seguidos, este curso baja a 1ª Regional, a la que retorna una década

De la alegría del ascenso a Tercera División, al fracaso del descenso a Primera Regional. ELOY CERDÁ

Corría el verano del 2019 cuando el CD Benicarló, tras siete temporadas consecutivas en Preferente, y de la mano de José Gellida, quería buscar el ascenso a Tercera División. La entidad del Baix Maestrat firmó a Ramón Llopis como entrenador, un técnico que tuvo a su disposición una plantilla de campanillas con lo más granado de la categoría e importantes importaciones, Portigliatti, Elián, Collado, Jordi García o Brayan fueron algunos de esos ejemplos. Los benicarlandos lideraron la tabla de Regional Preferente durante toda la liga hasta que en marzo llegó el covid y se canceló la conclusión de los campeonatos. 

El Benicarló jugaría la promoción sin público y en una sede neutral como Alberic, allí se impuso al Tavernes de la Valldigna en las semifinales y al Burriana en la gran final en una agónica tanda de penaltis. Parecía que los rojillos habían tocado techo, 27 años después volvían a Tercera División. 

Pero el club no supo gestionar de forma óptima la situación. La entidad se encontró en un contexto histórico en el plano deportivo pero también en una coyuntura anómala por el desarrollo de la pandemia del covid-19, algo que afectó en la parcela económica. Por un lado, la mayoría de los encuentros disputados en casa fueron a puerta cerrada, de este modo se perdió la partida de beneficios de taquilla o rifas, y al mismo tiempo, pocas empresas locales apostar con firmeza por el club. 

Plantilla costosa y problemas económicos

A esta situación se añadió la confección de una plantilla muy costosa en el plano económico, al menos para el Benicarló, factor que propició una serie de problemas económicos, entre otros con futbolistas. La situación deportiva tampoco acompañó durante la mayor parte de la campaña y ni con Llopis, ni con Pulga el conjunto del Baix Maestrat fue capaz de enderezar el rumbo.

Y eso que hubo un baile de jugadores de notables proporciones, algo que ni reactivó al conjunto cadufero, ni tampoco ayudó parada nada a la maltrecha situación económica. Los recambios no mejoraron al equipo sobre el terreno de juego y, finalmente, la aventura por la categoría nacional solo dura un ejercicio. 

Volver a empezar... para volver a pegársela

Tras el descenso el Benicarló trató de planificar un equipo que pudiera estar en la lucha por el ascenso a Tercera RFEF. Bien es cierto que se intentó contar en mayor medida con jugadores de la casa pero algunos de ellos, como Guillem, Pablo Traver o Éric Aragonés, incómodos con la situación, decidieron firmar por el Vinaròs. 

Desde el principio se vio que el equipo lo iba a pasar mal y así fue. Hasta cuatro entrenadores se han sucedido en el banquillo del Pichi Alonso, comenzó Sergio Aleixandre, continuaron Eloy Lorente, Luis de la Haba y ha terminado José Verge Choco; tres cuartos de lo mismo ha sucedido en una plantilla en la que durante toda la temporada han participado hasta 40 jugadores diferentes. 

Al igual que la pasada campaña, la dirección deportiva volvió a recurrir a futbolistas, en su mayoría, de fuera de la Comunitat Valenciana que tampoco mejoraron el nivel de un equipo que se ha ido al pozo de la Primera Regional mientras muchos futbolistas benicarlandos han competido en otros equipos como el Vinaròs, Traiguera, Peñíscola o Catí. Una década después el Benicarló vuelve a Primera Regional, toca volver a los orígenes y apostar por la casa.

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