La ronda española y la capital catalana

El recuerdo de la huelga de Barcelona en la Vuelta de 1999

Hace 24 años una protesta de corredores por culpa de la lluvia estuvo a punto de cancelar la etapa de Barcelona. José María García frenó la revuelta.

Carlos de Andrés habla con Egan Bernal, ganador del Tour de 2019, durante la presentación de equipos de la Vuelta en Barcelona.

Carlos de Andrés habla con Egan Bernal, ganador del Tour de 2019, durante la presentación de equipos de la Vuelta en Barcelona. / LA VUELTA

Sergi López-Egea

Fue en 1999 una de las últimas veces en las que la Vuelta, tan escasa en sus apariciones, se dejó ver por Barcelona, o mejor dicho sólo por Montjuïc. Y, madre mía, la que se lió un domingo 19 de septiembre, cuando le dio por llover, pero por llover de verdad y los tambores proclamando una huelga por un día sonaron en la trastienda del pelotón. La etapa, en una ronda española que al final ganó Jan Ullrich, se fue a hacer puñetas.

En 1999 todo era distinto a la actualidad porque la Vuelta siempre se corría bajo la batuta de José María García que era una especie de director en la sombra al frente de su emisora de radio, de los boletines informativos, de las conexiones en directo con los coches de los directores deportivos, excepto el de José Miguel Echávarri, tantas veces técnico de Miguel Induráin Pedro Delgado, y no se movía una mosca por la carrera sino era con permiso del veterano periodista.

La preocupación

García andaba preocupado por la salida y llegada de la carrera, en Montjuïc. Las bajadas eran peligrosas, mucho riesgo de caída por la carretera mojada, y los corredores no querían jugársela. Había que anular la etapa sí o sí. Reunión de directores antes de partir; discusiones entre los que querían volver al hotel o empezar el traslado hacia Tortosa, los que deseaban al menos celebrar una especie de marcha cicloturista tranquila y sin riesgo y los pocos que tenían decidido jugarse el pellejo, que el ciclismo es un deporte de valientes, de héroes y que si llueve, desgraciadamente, te mojas.

García, nerviosísimo. "¡Hay que hacer algo!", no cesaba de gritar. Hablaba con otros periodistas, con la organización, con los jueces, con los equipos y con quien hiciera falta. Había que correr sí o sí. Y lo consiguió. Salieron tan y tan lentos que cualquier aficionado mínimamente entrenado habría aguantado el ritmo de competición sin apenas dificultades.

Un fiasco en toda regla

La etapa de 1999 fue una pantomima, un fiasco en toda regla, un aburrimiento total. Horas para saber que no iba a ocurrir nada de nada y una deshonra para una ciudad, Barcelona, que ahora se dispone a acoger algo más que una etapa, gracias a convertirse en la gran salida de la ronda española de este año.

Ya nadie queda en activo de los corredores que disputaron aquella Vuelta. García decidió retirarse del periodismo en activo poco después. Regresó sólo una vez más a la Vuelta, como turista, pero sin su emisora, sin su programa diario, sin las partidas nocturnas de mus, sin nada que hacer, se aburrió como el que más de los mortales.

Sin él, los boletines informativos con la actualidad de la Vuelta pasaron a un segundo plano, desaparecieron las motos que contaban el directo de la etapa y hasta el vuelo de los carísimos helicópteros. Pero hubo libertad de acción y una carrera que se disputaba lejos de los intereses radiofónicos. 

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