Nueva Pescanova prescinde de dos de cada 10 buques por venta de filiales y desguaces

Dispone ahora de 59 pesqueros frente a los 72 que heredó de la “vieja” SA

Solo la pesca argentina y el cultivo de rodaballo dan beneficios al grupo

La subida en volúmenes, clave

Uno de los buques de la filial Argenova, en las instalaciones del astillero argentino Tandanor.

Uno de los buques de la filial Argenova, en las instalaciones del astillero argentino Tandanor. / TANDANOR

Lara Graña

El Mar del Cabo es un superviviente. Construido en 1966 por la desaparecida Astilleros y Construcciones (Ascón), acaba de salir del puerto namibio de Lüderitz para una nueva marea. También lo son el Ribadavia (igualmente de Ascón, 1974), el Kainab (Construcciones Navales Paulino Freire, 1985) o el Argenova IX (Lunde Shipyard, 1986). Todos ellos operativos, como consta en el directorio oficial de la Comisión Europea, y todos dentro de las filas del grupo Nueva Pescanova. Su extensa nómina de pesqueros la mantiene como una de las principales armadoras de Europa, pero muy lejos de cómo era la compañía no solo en sus inicios –superó el centenar en los años 60–, sino a principios de la pasada década o cuando la banca acreedora asumió su reestructuración, en 2015, tras protagonizar una masiva suspensión de pagos. Al arranque del primer (y fallido) plan estratégico, denominado Todos a una 2016-2020, la multinacional de Chapela disponía de 72 buques operativos, según sus propios registros; al cierre del pasado año fiscal se ha quedado en los 59. Supone una merma del 20% en capacidad instalada, en una tendencia contraria a la que está emprendiendo su competencia y que obedece a la desinversión en filiales y al desguace de embarcaciones tanto o más vetustas que el emblemático Ribadavia.

El adelgazamiento ya fue drástico en el mismo año en que la compañía entró en concurso. La quiebra de la subsidiaria Pesca Chile se llevó por delante nueve buques de gran capacidad, aunque desde Chapela acabarían recomprando el Ila (de 1969) por cinco millones de dólares para operar en Uruguay. También se quedó sin los arrastreros Antartic Bay Betanzos y, sobre todo, sin los rentables y codiciados congeladores de Malvinas (Sil New Polar). Su participación en la australiana Austral Fisheries, donde también contaba con una extensa flota, fue calificada como “no estratégica” cuando los bancos ya habían tomado el control. La última gran desinversión, ejecutada ya bajo la batuta de Abanca como propietaria, supuso la pérdida de la capacidad en origen en Uruguay por la venta de Belnova. Una operación, esta última, que supuso una pérdida –reconocida en las cuentas anuales consolidadas– de 2,7 millones de euros.

Que Nueva Pescanova prosiga en su camino de reducción de flota no quiere decir que renuncie a su presencia en origen en favor de una mayor dependencia de terceros. El crecimiento en volumen es indispensable para emprender una senda de rentabilidad, como reconoce la propia sociedad, porque con la distribución actual no ha sido capaz de mantener un nivel adecuado de Ebitda ni de reportar beneficios. De ahí su intento, finalmente frustrado, para comprar la argentina Pesquera Veraz, como desveló FARO DE VIGO, del Grupo Prensa Ibérica, con el que habría integrado nueve barcos: cuatro tangoneros congeladores y otros cinco arrastreros fresqueros. Las negociaciones con Cooke dejaron cualquier proyecto de crecimiento inorgánico en un cajón, pero que habrá de recuperar si finalmente no prosperan las negociaciones con el grupo canadiense. En todo caso el reto es hercúleo: persevera en su objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2040, con lo que tendría que ejecutar una renovación de flota para la que no tiene, a día de hoy, ninguna dotación de capex. La construcción de seis barcos –de inicio iban a ser siete– para Namibia y Mozambique supuso un enorme esfuerzo inversor, pero insuficiente para enfilar ese objetivo.

Las áreas

Más allá del factor extractivo, Nueva Pescanova encara múltiples frentes. Sobre todo en lo concerniente a la eficiencia y productividad en sus granjas de langostino vannamei, principalmente las de la problemática Camanica (Nicaragua). Como reflejan los datos remitidos al Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF), solo las sociedades de cría y engorde de rodaballo y las de pesca de Argentina reportaron beneficios al grupo consolidado. El segmento de cría de langostino generó unas pérdidas superiores a los 37 millones de euros, por los números rojos de 17,6 millones de la pesca de África (Namibia, Angola y Mozambique) y los 14,2 de las actividades industrial y comercial. No hay rastro de momento de la producción a gran escala de pulpos de acuicultura, que la dirección había anticipado para el año 2023. “En un futuro muy próximo comercializaremos los primeros pulpos nacidos en acuicultura”, zanja en su Informe sobre el Estado de Información no Financiera. La planta de cría promovida por su filial Alisios Farm, y que está previsto que se instale en el puerto de Las Palmas, está en fase de evaluación ambiental.

Jorge Escudero, nuevo CEO.

Jorge Escudero, nuevo CEO. / LARA GRAÑA

Más sueldo para la alta dirección

En la estructura de Nueva Pescanova constan 11 personas dentro de la categoría de alta dirección. Serán previsiblemente 12 con la incorporación del nuevo CEO, Jorge Escudero, cuyo nombramiento será refrendado por la asamblea de accionistas el 29 de septiembre. En el ejercicio fiscal comprendido entre abril de 2021 y marzo de 2022, la retribución del personal de alta dirección –entonces eran doce empleados– ascendió a 3,88 millones de euros. Esta cantidad se incrementó el pasado año, como también consta en el balance consolidado. “La remuneración recibida por el personal de alta dirección del Grupo Nueva Pescanova, con independencia de la sociedad del Grupo con la que este personal mantiene su relación laboral, ascendió en el ejercicio terminado el 31 de marzo de 2023 a 4.843 miles de euros”, expone de forma textual.

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