Fábrica a la venta

Los trabajadores de Danone estallan contra el cierre de la fábrica de Barcelona: "Dejan a 157 familias en la calle solo para sacar más 'pasta'"

“No nos dejaron ni hacer preguntas, no lo soltaron y ‘ahí te quedas’”, recuerda uno de los afectados

Manifestación de los trabajadores de Danone afectados por el cierre de la planta de Barcelona.

Manifestación de los trabajadores de Danone afectados por el cierre de la planta de Barcelona. / JORDI COTRINA

Gabriel Ubieto

José abrió la fábrica de Danone en Parets del Vallès (Barcelona) y, para su desgracia, tiene ya asumido que, 41 años después, la cerrará. “Entré a trabajar con 18 años, en abril de 1983, creo recordar. Hacía poco que la Danone se había mudado de la planta que tenía en la calle Còrsega de Barcelona a Parets porque se le había quedado pequeña. Entonces los yogures todavía se vendían en farmacias y los recomendaban los médicos. Hasta que los supermercados vieron negocio y empezaron a venderlos. El día que abrieron recuerdo que vino [el president de la Generalitat] Jordi Pujol a inaugurarla. Y desde entonces han pasado 41 años… y ya nos han dejado claro que no serán más”, cuenta este trabajador, enfundado en un peto amarillo, frente a la sede corporativa de la compañía, ubicada en la calle Buenos Aires de Barcelona.

La dirección de Danone citó el pasado 12 de enero a sus 157 trabajadores de la planta de Parets del Vallès para comunicarles su intención de cerrar la factoría. “Nos dejaron pasar las Navidades para que no molestáramos y nos lo echaron”, cuenta Román, otro empleado con 34 años en su currículo. Los pegotes de pintura blanca que decoran este lunes la fachada de la sede de Danone dan cuenta de la rabia que guarda la plantilla tras el anuncio. “No nos dejaron ni hacer preguntas, no lo soltaron y ‘ahí te quedas’”, recuerda Javi, otro empleado de Parets que no sufre en sus carnes el primer cierre de una marca histórica. “Antes de entrar a la Danone estaba en la Bacardi, de Mollet. Está claro que suerte no tengo”, afirma, con una sonrisa irónica. 

El estupor entre los trabajadores de la planta fue total, dado que hasta ese momento los comentarios por parte de la dirección habían sido de orgullo por el trabajo bien hecho y los resultados. “Pocos días antes nos felicitaban, de hecho pensábamos que la reunión era para anunciarnos planes de inversión o de estrategia a medio plazo”, recuerda Verónica, que lleva 17 años entre las líneas de producción de Parets. “El palo fue muy grande”, añade. 

“Racionalización industrial”, fue el calificativo que utilizó la dirección para comunicar públicamente el cierre. Los productos de Oikos, Alpro y Vitalínea, entre otros, que hasta ahora se fabricaban en Parets Danone los quiere derivar a la planta Aldaia (Valencia). “No tiene ningún sentido. Hace dos días nos decían que éramos la quinta mejor fábrica de toda Europa y sacaban pecho de que solo en Parets se fabrican productos de leche de vaca y vegetal. Bueno, sí que tiene sentido, que han hecho números y quieren cerrarnos para sacar más ‘pasta’”, afirma Román

Así ha empezado el proceso de cierre de una factoría icónica para la historia de esta hoy multinacional, fundada en 1919 en el Raval de Barcelona. El nombre de Danone viene de ‘Danón’, el apelativo con el que el fundador de la empresa, Isaac Carrasso, llamaba a su hijo. La hija de Daniel y nieta del fundador, Marina, liquidó en 2016 sus últimas participaciones y dejó en manos de la rama francesa de accionistas el negocio. Un desplazamiento de poder que no ha beneficiado a los trabajadores catalanes, según sienten estos. “Nos venden los valores del humanismo, la proximidad y la familiaridad y a la hora de la verdad lo único que les mueve es el dinero”, cuenta otro trabajador, entre ruidos de silbato y humo rojo de bengalas.

Cierre de una planta recién renovada

El anuncio pilló a contra pie a más de uno, sobre todo porque la planta de Parets no peca de obsoleta. Y es que, a diferencia de otros cierres recientes de empresas icónicas en Catalunya, como Nissan, Danone ha estado invirtiendo en sus 51.000 metros cuadrados de factoría. El año pasado culminó una inversión de 22,7 millones de euros para convertir su fábrica catalana en la única híbrida del grupo. Y dos años atrás terminaba una inversión de 6,7 millones de euros para digitalizar los sistemas operativos de la planta. La cadena había invertido alrededor de la mitad de los recursos en un almacén robotizado de materias primas y los 3,3 millones iban a invertirse en los próximos dos años.

De modernizar la planta a ponerla en venta y empezar a negociar con los sindicatos las condiciones de salida de sus 157 trabajadores. La primera oferta que les ha trasladado, según fuentes sindicales, es de indemnizaciones de 30 días por año trabajado, con tope de 18 mensualidades, y prejubilaciones a partir de los 58 años. Cuantías que entre la plantilla se califican de indignantes y que darán paso a un ‘toma y daca’ negociador que puede alargarse meses. La intención que la dirección les ha transmitido a los empleados es que entre finales de año y principios del siguiente quieren tener el proceso cerrado.

“A mí me jode más por los muchachos que por mí. Este octubre cumpliré 60 años y entre una cosa y la otra podré prejubilarme. Pero aquí queda mucha gente en la estacada, compañeros que los conozco de toda la vida. Gente que tienen hijos y que no puede aceptar una recolocación en València o donde los quieran meter. Algunos incluso se cambiaron de casa y se mudaron a Parets para estar cerca del trabajo. Otros que esto les pilla con cuarenta y pico y que a ver donde encuentran ahora otro trabajo, porqué ya sabemos que a partir de una edad en muchos sitios no te cogen. Es inconcebible lo que están haciendo”, afirma el veterano José.   

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