POSIBLE RENUNCIA

¿Pedro Sánchez se despide de nosotros?

Por lo que se ha conocido hasta ahora, el mismo presidente afirma no tener motivos para tirar la toalla y menos en este momento ante los retos electorales del PSOE en Cataluña y Europa, y a la luz de la movilización de sus simpatizantes en España. Pero ¿y por lo que no se conoce y solo él sabe?

Concentración en Ferraz en apoyo a Pedro Sánchez

Concentración en Ferraz en apoyo a Pedro Sánchez / / A. PÉREZ MECA

Ernesto Ekaizer

"Guarda más de lo que enseñas, di menos de lo que sepas […] no te lo juegues todo a una carta"

William Shakespeare. La tragedia del rey Lear, Acto I escena IV.

 ¿Ya ha desfallecido Pedro Sánchez en estos tres días?

En su “Carta a los ciudadanos” del miércoles 24, publicada a las 7.09 horas, el presidente del Gobierno apunta que sufre “una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa”.

Por tanto, parece legítimo preguntarse si a estas alturas, a menos de dos días de su prometido anuncio el próximo lunes 29 de abril, ¿ha “desfallecido en lo político”? Es decir: ¿va a presentar su dimisión?

“Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal”, advierte en su carta.

Veamos. 

El 3 de mayo de 2023, El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica, publicó una información con el audio de la reunión que mantuvieron el comisario José Manuel Villarejo y Francisco Martínez, secretario de Estado de Seguridad del gobierno de Mariano Rajoy, el 22 de agosto de 2014 en Madrid. Era un despacho en regla entre ambos, en el que Villarejo, según afirma al comienzo de la grabación, que reproducimos este pasado jueves 25, a raíz de la carta de Pedro Sánchez, llevaba una primicia para investigar. 

El audio refleja una reunión de 1 hora y 53 minutos. Hemos reproducido una parte de este. El lector puede escuchar el “tema Pedro Sánchez”, como lo llama Villarejo, desde el minuto 8'08" hasta el 12'53". Allí se esboza la estrategia para conseguir la muerte política futura (a través de los establecimientos de saunas en Madrid de los que había sido socio-propietario con sus hermanos Sabiniano Gómez Serrano, padre de Begoña Gómez) no ya del candidato sino del flamante secretario general del PSOE.

En la larga entrevista que mantuvimos el director de este diario, Albert Sáez, y yo con Villarejo, habida cuenta de que en la conversación el entonces comisario se enorgullecía con Martínez sobre la posibilidad de que el Partido Popular, al que pertenece el secretario de Estado, podía “matar” políticamente a Sánchez en el momento adecuado, y, por tanto, se identificaba de facto como agente del PP, le señalé el hecho de que él ya celebraba la “muerte” del secretario general socialista, es decir, que no se trataba simplemente de una información. Villarejo desvió el diálogo: “Yo solamente tuve acceso a información… La información de inteligencia se rentabiliza por quien luego toma las decisiones…”

La caza a Sánchez, pues, había empezado al menos desde ese 22 de agosto de 2014.

El presidente, empero, señala en su carta: “Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal”.

Con ello, sin duda, se refiere tanto a las informaciones sobre presunto tráfico de influencias de su esposa, Begoña Gómez y, sobre todo, porque él mismo lo refiere, a la querella contra ella, admitida a trámite el 16 de abril pasado (aunque conocida ocho días más tarde, a las 7.22 de la mañana del miércoles 24, en los medios por un correo del Departamento de Comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid) que desencadena aparentemente la carta.  

A Sánchez, según dice, no le sorprendió: “Como es lógico faltaba la judicialización del caso. Que es el paso que acaban de dar”.

El presidente califica las informaciones sobre las actividades de su esposa como “falsedades vertidas” por varios medios de comunicación y “que no hay caso”, e incluso que quienes han emprendido esa campaña lo saben. Tanto en los medios de comunicación como en el Senado. Precisamente, el mismo miércoles 24 por la tarde, antes de que Sánchez diese a conocer su carta, el Senado concretaba un paso que había anticipado hacía semanas: ampliar la comisión de investigación del caso Koldo para investigar a Begoña Sánchez.

Y al mismo tiempo, el presidente adelanta: “Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos tan escandalosos en apariencia, como inexistentes”.

Ya al margen de la querella, Sánchez hace su diagnóstico: van a por él. El ataque a su esposa es por lo que él representa: su “opción política progresista”.

Ese diagnóstico es que estamos ante "una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango…". Sánchez "garantiza" a los ciudadanos que "responderé siempre desde la razón, la verdad y la educación".

Y es aquí donde se produce el gran quiebro. 

“Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política”.

Bien.

Y añade: "Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas…".

Viene a decir: me puedo doblar. O quebrar. Soy como vosotros. De carne y hueso.

Pero afirma que no sabe si merece la pena.

"No lo sé", dice. 

"Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política". 

Por tanto, nos dice: "Cancelaré mi agenda pública unos días para poder reflexionar y decidir qué camino tomar".

Precisamente porque no ha ofrecido una decisión final, la dirección de su partido ha realizado una gran movilización que a su pregunta responde: “Presidente, quédate, merece la pena”. 

Aunque en la dirección del partido se ha apuntado que la pulsión que subyacía en la carta, y en estas setenta y dos largas horas posteriores, es la de la dimisión de Pedro Sánchez, su carta y su diagnóstico no conducen en lógica formal a ese desenlace. 

Porque, ¿va a decir el presidente que no le merece la pena seguir defendiendo lo que él llama su "opción progresista" que ahora su partido y una parte de la sociedad ha salido a defender de forma inédita? ¿Y que lo han hecho porque han captado o interpretado el mensaje de que es lo que Sánchez necesita para sentirse con fuerza en su bache, que nada humano les es ajeno, y que, por tanto, desean influir en su reflexión final sobre el camino a tomar?

Lo que sabemos de Pedro Sánchez y de Begoña Gómez -hasta ahora- no conduce, según él mismo ha dicho y escrito, a ningún acto ilegal o corrupción. Investigaciones auténticas también de ciudadanos o ciudadanas libres de toda sospecha son un aspecto de la democracia que decimos defender.

¿Y puede ser que lo que no sepamos esté ejerciendo esa pulsión…? ¿Y lo que no sepamos podría justificar esa urgencia -aquí te pillo aquí te mato- a menos de dos semanas de las elecciones del 12 de mayo en Cataluña?

No falta mucho para que veamos la hoja de ruta que propone la dimisión de Pedro Sánchez o la hoja de ruta de su retorno a la primera línea.

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