Castelló está de luto: Fallece Ana Martí, talento y cordialidad

La esposa del que fuera alcalde de Castelló y presidente del Banco de Valencia, Antonio Tirado, deja una profunda huella en familiares y amigos

Ana Martí, inseparable hasta la fecha de su marido Antonio Tirado.

Ana Martí, inseparable hasta la fecha de su marido Antonio Tirado.

Antonio Gascó

Antonio Gascó

Falleció Ana Martí, esposa del que fuera alcalde de Castelló y presidente del Banco de Valencia, Antonio Tirado. No tuve con Ana la amistad que, con su marido, que pronto cumplirá siete decenios, pero, pese a todo, sí pude disfrutar de su marcada y exclusiva identidad que unía, a su significativa inteligencia, personalidad y carácter.

Una mujer que unía a su indiscutible atractivo, un discernimiento extraordinario que se manifestó, en modo muy particular, en su trabajo de jurista. De juicio y reflexión muy prontos, de juicio ponderado, muy racional, de una formación más que solvente, no fue extraño que, desde los comienzos de su actividad profesional, destacase en Castelló como una abogada de relieve. Seria, competente, meticulosa en el quehacer, ingeniosa y despierta en la argumentación, dejó un nivel muy alto en los múltiples cometidos jurídicos que llevó a cabo.

En lo profesional, igual que en lo humano y en lo social, Tono y Ana formaron una pareja emblemática. Su relación con las amistades de su esposo y con las suyas propias, fue siempre cordial, amable y afectiva. El matrimonio se integraba en cualquier situación, destacando siempre por su estilo y por su clase, cualidades que en Ana se singularizaban de un modo privativo. 

Pormenores muy notables en su ser, fueron la modestia y la falta de orgullo. Cuando su marido empuñó, durante ocho años, la vara de alcalde de su ciudad natal, Ana fue la compostura personificada. Si bien su estilo la hacía destacar allá donde estuviera, entusiasmaba más su discreción circunspecta, su proximidad, su talante, su encanto y la cordialidad de su trato. Sin duda una mujer de excepción.

No es de extrañar el vínculo que tuvo la pareja desde que decidió crear una vida en común, un vínculo que unió lo afectivo con lo laboral. En lo afectivo, su relación de afecto inquebrantable fue paradigmática. En el despacho de ambos, la actividad de Ana se dedicó a la compleja parcela de crédito y caución, en la que consiguió notoriedad entre sus clientes y lo que es más importante, entre sus colegas. Pero lo más trascendente, fue la vinculación identitaria de ambos en la labor profesional. En fin, sin duda, una pareja modélica, al extremo que, si hubo las naturales fisuras entrambos, como suele ser habitual, cosa que dudo, nunca trascendieron. El respeto entrambos, la dignidad, la franqueza, el equilibrio, la sinceridad de su relación, el vínculo entrañable, de fuerte atadura, fue digno de homenaje. Si a ello unimos su cariño y sus desvelos por sus hijos y nietos la calificación de su ser se escapa, por arriba, del sobresaliente.

Sin duda la ausencia de Ana Martí, dejará profunda huella entre su familia, sus amigos y las personas que tuvieron la fortuna de tratarla. Como la Duquesa de Alba, vivió como sintió y sintió haciendo gala de dignidad, talento, afecto, simpatía, cordialidad, espíritu de trabajo y amor desmedido a los suyos. Descanse en paz.