Los republicanos españoles, los grandes olvidados de los fastos del 60° aniversario del desembarco aliado en Normandía --donde estuvieron representadas todas las naciones implicadas en la lucha contra Hitler, incluida Rusia-- brillan hoy de nuevo por su ausencia en la conmemoración del desembarco en Provenza, el 15 de agosto de 1944. Francia sigue recuperando la memoria histórica con un homenaje a los antiguos combatientes africanos y magrebís, pero persiste en ignorar los miles de españoles que se batieron también "en combate por la libertad".

Oficialmente, la ausencia de referencia a los combatientes españoles se debe a que "la España franquista de la época no estaba representada en tanto que tal", explica un portavoz del Elíseo. Es cierto que entre los 230.000 soldados del Ejército de África, 100.000 eran indígenas de las antiguas colonias francesas y el resto franceses y voluntarios de diversas nacionalidades. Pero, como explica el comandante Raymond Dronne, que tuvo bajo su mando La Nueve, (novena compañía) de la 2ª División Blindada del general Leclerc, "los españoles, refugiados recientes de la guerra civil, y franceses de origen español instalados durante generaciones en el sur de Francia y Argelia, tuvieron un papel importante en la lucha de Francia de 1939 a 1945".

La División Leclerc

Se calcula que unos 3.500 españoles lucharon con las fuerzas francesas libres y que entre 8.000 y 10.000 lo hicieron en la Resistencia. Combatieron contra el fascismo y por la libertad "en los ejércitos regulares y en las guerrillas, y honraron a su país España, a la España de todos los tiempos y regímenes", subraya Dronne. Estuvieron en todos los frentes, de Noruega a Túnez, de Normandía a París y de Estrasburgo a Berchtesgaden (el nido de águilas de Hitler).

A pesar del olvido de la historia oficial, hay testimonios que relatan, por ejemplo, la sorpresa de los parisinos ante la llegada de los primeros blindados aliados con nombres como Guadalajara, Teruel, Guernica y Madrid. Aquellos soldados supuestamente franceses vestidos con uniformes americanos "chapurreaban la lengua de Moli¨re porque eran los republicanos españoles de la División Leclerc", escribe en sus memorias Leo Hamon, miembro del Consejo Nacional de la Resistencia.

"Sólo quedo yo"

Luis Royo, es el último superviviente de la avanzadilla que entró en París. "Sólo quedo yo, pero estoy en forma y dispuesto a dar guerra para rato", afirma. Herido en el pecho el 19 de septiembre de 1944, Royo acabó su campaña en Estrasburgo y fue trasladado a París, donde vive. Su casa está cerca de la carretera por la que entró en la capital al volante del blindado Madrid.

"Nací en Barcelona. Tenía 17 años cuando me fui a la guerra, a la División 60ª. Me hicieron cabo porque sabía leer y escribir. Entré en combate en la ofensiva de Balaguer Lleida. Fue un fracaso porque no teníamos medios. No se puede luchar con escobas contra cañones..." La historia de Royo es la de muchos soldados republicanos. "Estuvimos en el Ebro, reemplazamos a los internacionales en Tortosa Tarragona y después de la retirada pasé la frontera con seis compañeros".

En Francia fue internado en el campo de Adge y salió de allí por unos familiares que le dieron trabajo. Cuando París firmó el armisticio, para no ser detenido se enroló en la Legión, donde luchó contra los norteamericanos en África, pero en cuanto pudo desertó con otros compañeros y se pasaron a las tropas aliadas. Los devolvieron a Argelia, donde entraron en la División Leclerc, e hizo el resto de la guerra con La Nueve.

En su baúl de los recuerdos conserva una foto: la del general Leclerc en el arco del Triunfo y él en tercer o cuarto plano; más de medio metro de bandera republicana y una cinta con las cuatro barras de la enseña catalana: "quiero que me entierren con ellas, por eso las tengo siempre a mano", explica.

Luis vive un momento dulce y muy excitante. La Alcaldía de París, que dirige el socialista Bertrand Delanoë, ha decidido reparar el olvido y agradecer a La Nueve su participación en la liberación de la capital con una placa en el muelle Henri IV en presencia de numerosas personalidades francesas y españolas, y de los últimos supervivientes de la compañía de Dronne.