Mientras seguían los disturbios esporádicos en provincias chinas de mayoría tibetana, el dalái lama y Pekín afinaron el miércoles sus discursos. El líder religioso se apresuró a resolver el conflicto abierto por exiliados impacientes, mientras China perseveró en la senda belicista. El dalái lama se reunió el miércoles en la India durante 20 minutos con los representantes tibetanos en el exilio para pedir paciencia e insistirles en que "el uso de la violencia es contraproducente". Los más jóvenes son partidarios del boicot a los Juegos de Pekín y la independencia, en lugar de la "autonomía real" que defiende el dalái lama. En el discurso pacifista sin fisuras han fomentado los tibetanos el apoyo de la comunidad internacional.

Mientras, China abundó en la retórica incendiaria y escasamente diplomática, a la que el martes se había abonado incluso el siempre contenido primer ministro, Wen Jiabao. Zhang Qingli, secretario del Partido Comunista en el Tíbet, escribía el miércoles en un diario oficial: "Estamos en una fiera lucha a sangre y fuego con el enemigo. El dalái lama es un lobo envuelto en un hábito, un monstruo con rostro humano y corazón de animal".

China ha sido tradicionalmente una dictadura cerrada al mundo. El conflicto del Tíbet ha revelado su caótica política de comunicación, una mala noticia cuando faltan 5 meses para los Juegos y se esperan aún desafíos de Taiwán o el Falun Gong.

Mientras, el miércoles se supo que el primer ministro británico, Gordon Brown, se entrevistará con el dalái lama en mayo cuando este visite el Reino Unido. Además, Brown decidió telefonear al primer ministro chino, Wen Jiabao, quien dijo estar dispuesto a hablar con el líder espiritual tibetano si este renuncia a la violencia y a pedir la independencia del Tíbet. El dalái lama ha repetido muchas veces que no busca la independencia, pero quiere "una genuina autonomía" que respete la cultura tibetana, informa Begoña Arce.