Uno de los traumas de los atentados en la red de transportes de Londres en el 2005 fue descubrir que los terroristas suicidas eran británicos. Los fundamentalistas islámicos, que mataron a 52 personas, no habían llegado de fuera. Formaban parte del vecindario. Tras la indignación inicial, llegaron las preguntas. ¿Cómo fue posible que los cuatro escaparan del control policial y burlaran a los servicios secretos? Y más importante, ¿por qué gente nacida y crecida en el Reino Unido se había inmolado para matar a sus conciudadanos?

Los investigadores Jay Edwards y BenoŒt Gomis han tratado de dar con la respuesta en un estudio publicado en el 2011: Terrorismo islámico en el Reino Unido desde el 11-S: revisando la respuesta moderada. Por respuesta moderada se entiende determinar y comprender qué factores llevan a la radicalización a jóvenes británicos musulmanes. Tras los atentados del 2005, el Gobierno se dio cuenta de que su estrategia estaba más enfocada a la respuesta de las fuerzas de seguridad para impedir un peligro inminente que a la prevención del extremismo ideológico.

La tarea, sin embargo, no es simple. Después de examinar 12 casos de ataques, planeados y realizados por fundamentalistas islámicos, nacidos o residentes en el Reino Unido, Edwards y Gomis llegan a la conclusión de que no existe un perfil claro del futuro terrorista. Aunque de los 36 atacantes investigados todos excepto uno eran hombres y la mayoría, 27, pertenecían a la segunda generación de inmigrantes, la educación, el medio económico en el que crecieron y la intensidad de la formación religiosa recibida fueron muy diferentes.

Todos, en cambio, evocaron como principal motivo para su radicalización "la condena a la participación de las tropas bri-tánicas en Irak y Afganistán" y el papel del Reino Unido en Oriente Próximo. Internet también fue "una herramienta crucial, ya sea para el adoctrinamiento, la búsqueda, la comunicación entre los atacantes o la difusión ideológica".

Los atentados en Londres pusieron de relieve las diferencias que siguen separando a muchos musulmanes británicos del resto de la sociedad. Reportajes en televisión mostraron mezquitas en las que se predica el odio. En algunas escuelas se habla de la integración como un pecado y se prohíben materias como la música. Un tercio de los 1.000 musulmanes entrevistados por Channel 4 desearía vivir bajo la ley de la sharia y el 40% considera el Reino Unido un país depravado.

El actual Gobierno anunció un cambio radical para potenciar lo que David Cameron llamó "un liberalismo tajante", que garantice los valores de la igualdad, la ley y la libertad de expresión en todos los sectores. Sin embargo, se ganó una alud de críticas al atacar el multiculturalismo de los últimos 30 años, al que acusó de acunar el extremismo ideológico y contribuir al terrorismo.