Los egipcios han vuelto a dar la sorpresa. Los candidatos a priori menos favoritos entre los cuatro mejor situados han sido los ganadores de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el miércoles y el jueves, según datos no oficiales. Durante los primeros días de la campaña electoral, pocos eran los que daban opciones al islamista Mohamed Mursi, aspirante de los Hermanos Musulmanes, y a Ahmed Shafiq, militar en retiro y exprimer ministro de Hosni Mubarak.

Ambos se volverán a medir en las urnas el 16 y 17 de junio, a no ser que a última hora se cuele, en vez de Shafiq, el candidato nacionalista de izquierda, Hamdin Sabbahi, aunque al cierre de esta edición, escrutadas casi todas las papeletas, era poco probable.

De confirmarse los datos extraoficiales, facilitados por los Hermanos Musulmanes, supondría un revés para los jóvenes que impulsaron la revolución --muchos de ellos votaron por Sabbahi-- que acabó con la dictadura de Mubarak en febrero del 2011.

Los Hermanos Musulmanes, ganadores también de las legislativas --tienen más del 50 % de los escaños de la Asamblea del Pueblo--, han sabido, una vez más, poner en marcha su maquinaria electoral y movilizar a su militancia. El otro candidato islamista, el moderado y liberal Abdel Moneim Abul Futuh, disidente de la Hermandad, iba cuarto.

Shafiq, excomandante de las Fuerzas Aéreas y que ocupó brevemente la jefatura del último Gobierno de Mubarak durante la revuelta, ha concentrado el voto de aquellos --sobre todo cristianos, el 10% de la población-- preocupados por el avance islamista, el de los egipcios cansados de protestas y desórdenes en la plaza de Tahrir --que afectan a una economía hundida-- y , sobre todo, el de aquellos quejosos por el aumento de la inseguridad ciudadana en la calle. Y ha arañado muchos apoyos a Amro Musa, exministro de Exteriores y exsecretario general de la Liga Árabe, considerado uno de los grandes favoritos y que ha obtenido la derrota más amarga.

Para algunos analistas, el resultado puede arreciar las protestas. Los egipcios han votado por los extremos y han dejado de lado los discursos más moderados. Mursi y Shafiq representan a las dos fuerzas que han mantenido un pulso durante los últimos 60 años de poder militar: los islamistas y el Ejército.

Aunque ha guardado silencio, no es difícil adivinar quién es ahora el candidato favorito de la Junta Militar que pilota la transición, más aún si se tiene en cuenta que los islamistas ya controlan la Asamblea del Pueblo y la Shura (Senado). La próxima fecha a retener, antes de la segunda vuelta, es el 2 de junio, cuando está previsto que un tribunal de El Cairo dicte sentencia en el juicio contra Mubarak.