Gibraltar saldrá de la Unión Europea (UE) al mismo tiempo que el resto del Reino Unido, el 29 de marzo del 2019, y no recibirá ningún trato especial a menos que Madrid y Londres se pongan previamente de acuerdo. El borrador de directrices de negociación distribuido entre las 27 capitales europeas, que subraya que no habrá negociación sobre el divorcio a la vez que la futura relación, asume las tesis del Gobierno de Mariano Rajoy e incluso va más lejos.

«Una vez que el Reino Unido abandone la Unión ningún acuerdo se podrá aplicar al territorio de Gibraltar sin un acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido», subraya el documento. Dicho de otra forma, la UE no abordará en sus negociaciones la situación de la colonia británica y sus fronteras. Ello significa que Madrid podrá vetar y dejar fuera del acuerdo sobre el brexit al Peñón si el Gobierno de Theresa May y el de Rajoy no se ponen de acuerdo previamente en torno a un posible estatus especial. El portavoz del Gobierno español, Íñigo Méndez de Vigo, se felicitó ayer de la disposición de Bruselas. «El reconocimiento de la situación jurídica nos satisface plenamente», dijo en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, informa Pilar Santos.

Hasta ahora, la UE se había mantenido al margen del contencioso que mantienen abierto Madrid y Bruselas en torno a la soberanía de Gibraltar. Esa neutralidad saltó ayer por los aires.

IRLANDA / La estrategia política que guiará la negociación recoge, en cambio, la necesidad de llegar a «una solución flexible e imaginativa» en la frontera entre la república de Irlanda e Irlanda del norte, un elemento central en los acuerdos de paz de Viernes Santo del Ulster y un caso que todos reconocen es especial.

El presidente de la UE, Donald Tusk, augura que las conversaciones serán «difíciles, complejas y a veces incluso conflictivas. No hay manera de evitarlo», dijo subrayando que los 27 no quieren aplicar un enfoque punitivo porque «el brexit ya es en sí mismo bastante castigo». Su borrador apuesta por una línea de negociación dura, sin concesiones y en dos fases.

La primera se centrará en resolver las cuatro cuestiones que consideran prioritarias. Para empezar, aclarar los derechos de los 4,4 millones de ciudadanos que residen en territorio británico y los de los residentes británicos en la UE. En segundo lugar, la factura de salida por abandonar el club, que Bruselas estima en 60.000 millones y que refleja los compromisos presupuestarios y de pensiones asumidos por el Reino Unido. En tercero, evitar un vacío legal para las empresas, ya que tras el brexit la legislación europea también dejará de aplicarse en el Reino Unido y, por último, buscar una solución a la frontera norirlandesa.

Solo una vez que los líderes europeos constaten «suficientes progresos» en las cuatro prioridades abrirán la segunda fase de negociación. Es decir, la futura relación entre ambos bloques. La decisión que activará esta fase será política y Tusk aspira a adoptarla en otoño.

Los 27 se lanzan a esta nueva etapa con el objetivo de llegar a un acuerdo pero no excluyen el fracaso de las conversaciones. «La UE trabajará duro para lograr el resultado, pero se preparará para gestionar la situación si las negociaciones fracasan», aseguran.