DIPLOMACIA

El reconocimiento de Palestina como Estado es un acto político con consecuencias jurídicas

Si España lo reconoce, podría tener embajada allí. Como Estado miembro de la ONU, podría acudir directamente a los tribunales de La Haya o unirse a organizaciones internacionales como la OMC o la OIT 

Un joven ondea la bandera de Palestina junto a la valla fronteriza al este de la ciudad de Gaza.

Un joven ondea la bandera de Palestina junto a la valla fronteriza al este de la ciudad de Gaza. / ANDREA LÓPEZ-TOMÀS

Mario Saavedra

El reconocimiento de Palestina como Estado está en camino en España, y se quiere poner en marcha también en Naciones Unidas. Pedro Sánchez, de gira por Oriente Próximo, ha prometido que España reconocerá a Palestina como Estado "este semestre". La Autoridad Nacional Palestina ha pedido por carta este martes al secretario general de la ONU, António Guterres, que inicie el proceso para admitirles como Estado miembro. ¿Qué significa todo esto?

Cuantos más países reconozcan a Palestina como Estado (ya lo hacen 139 de los 193 de los presentes en Naciones Unidas), mayor será su margen de actuación en la escena internacional. Si esa cadena de reconocimientos impulsara que Palestina finalmente sea admitida como Estado miembro de la Naciones Unidas, adquiriría toda una serie de herramientas diplomáticas y políticas: denunciar las presuntas violaciones de derechos humanos de Israel ante los tribunales de La Haya o entrar en la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, por ejemplo.

El reconocimiento que ha prometido Sánchez de Palestina supondría un mensaje político fuerte, aunque los cambios diplomáticos serían limitados. En 2010, el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero ya decidió elevar el rango de la representación palestina en España al de Embajada. Desde entonces, su jefe de misión tiene la categoría de embajador. El rey Felipe VI entregó en 2022 al actual embajador palestino, Husni Abdel Wahed, las “cartas credenciales” en la misma ceremonia oficial a la que acude el resto de los embajadores, con la pompa y boato del Palacio Real. Durante la actual crisis de Gaza, tanto el presidente Pedro Sánchez como el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, le recibieron del mismo modo que hicieron con la embajadora de Israel

A la inversa, las relaciones diplomáticas in situ con la Autoridad Nacional Palestina se llevan a cabo ahora desde el Consulado de Jerusalén, una delegación diplomática de rango menor al de una embajada. Eso supone una asimetría respecto a Israel, país en el que sí se tiene una embajada y una embajadora, en la ciudad de Tel Aviv.

Por lo demás, el Gobierno español ya trata directamente con el Gobierno palestino, con sede en Ramala (Cisjordania). El propio Pedro Sánchez se reunió con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abás, durante la gira que en noviembre le llevó a encontrarse con los dirigentes israelíes. La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, lleva semanas tratando de formalizar un viaje para ver a su homólogo, el ministro de Trabajo palestino, con el objetivo de firmar una serie de acuerdos de cooperación en materia laboral. 

Pero el factor más relevante del movimiento es el político: España abre el camino para que otros países occidentales se sumen a ese reconocimiento. En la Unión Europeanueve de los 27 miembros ya han dado ya ese paso. Si Irlanda y Eslovenia cumplen su compromiso con Sánchez de hacer lo propio, sumarían 12. Bélgica y Portugal parecen tener también voluntad de llevarlo a cabo, pero el primer país ejerce actualmente la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea y el segundo acaba de salir de un proceso electoral. De decidirse más adelante, sumarían un total de 14 países, más de la mitad de la UE. 

Estado miembro de Naciones Unidas

En Naciones Unidas, Palestina está presente solo como “Estado observador no miembro”. Pero este martes, la Autoridad Palestina ha pedido formalmente que se les incluya como Estado de pleno derecho, informa Idoya Noain desde Nueva York. Quieren que el Consejo de Seguridad dé el visto bueno para abrir el proceso de admisión durante el mes de abril. Malta ostenta la presidencia de dicho Consejo, y es favorable a los intereses palestinos. Les apoyan 140 países más. Si consigue sacarlo adelante (es muy complicado por el más que previsible veto de Estados Unidos), esa propuesta iría luego a la Asamblea General. Esta lo aprobaría por abrumadora mayoría, lo que cambiaría radicalmente el estatus jurídico internacional de los ahora territorios ocupados. 

Como Estado en la ONU, Palestina podría firmar acuerdos comerciales y unirse fácilmente a las distintas organizaciones internacionales. Podría intervenir, por ejemplo, en la Corte Internacional de Justicia. Este tribunal solo resuelve disputas entre Estados. Por eso ha sido Sudáfrica en nombre de Palestina la que ha llevado el caso por presunto genocidio cometido por Israel en Gaza. 

“Palestina podría convertirse en un Estado parte de las convenciones y los tribunales internacionales”, asegura Julie Holm de la ONG Miftah en Relief Web. “Eso daría a los palestinos nuevas herramientas para hacer valer sus derechos, en línea con las que tienen otros Estados. El territorio palestino que permanece bajo control israelí se consideraría como ocupado para el Cuarto Convenio de Ginebra”. Ese convenio se aprobó en 1949 y define la protección humanitaria para los civiles en una zona de guerra y prohíbe la práctica de la guerra total. 

También podría participar en la Corte Penal Internacional de La Haya, donde se persiguen a aquellas personas que han cometido crímenes de guerra y de genocidio. La Corte Penal ya se ha reconocido competente para investigar esos posibles delitos tanto de Israel como de Hamás, pero ser Estado permitiría a Palestina involucrarse activamente. Podría suscribir el Estatuto de Roma en el que se basa ese tribunal, independiente de Naciones Unidas.

Al mismo tiempo, Palestina sería responsable de cumplir con la legalidad internacional en Derechos Humanos de los Estados miembros de la ONU, y sería monitorizada por sus mecanismos, especialmente del Consejo de Derechos Humanos. Esto supondría un incentivo extra para el control de los grupos extremistas. 

Los milicianos palestinos arrestados por soldados israelíes son tratados actualmente como “civiles combatientes ilegales” en sus tribunales. Si Palestina fuera considerada un Estado que formara parte de los Convenios de Ginebra y tuviera un Ejército regular, deberían ser tratados como prisioneros de guerra. 

Procedimiento para reconocer a Palestina como Estado

Hay una confusión habitual entre el reconocimiento de Palestina como Estado y la llamada “solución de dos Estados”. Esta última es una iniciativa, defendida por el grueso de la comunidad internacional, que pide que se permita la creación de un Estado palestino funcional que conviva con Israel. Tanto el Gobierno de Benjamín Netanyahu como el Parlamento se oponen a la creación de tal Estado. Sobre el terreno, llevan décadas tratando de impedirlo, con la construcción de centenares de colonias ilegales en territorio palestino, limitando los movimientos de sus ciudadanos o embargando el dinero perteneciente a Palestina de la exportación de sus productos. 

La existencia de un Estado está determinada por la concurrencia de tres elementos esenciales: población, territorio y nación (organización política). El reconocimiento de Sánchez sería, pues, un acto declarativo de naturaleza política, no constitutivo, aunque comportaría consecuencias jurídicas, informan fuentes parlamentarias. ¿Cómo se haría? 

El presidente del Gobierno podría salir mañana y hacer una declaración institucional diciendo que España reconoce a Palestina como Estado. Puede hacerse también con una simple nota diplomática. Pero lo más probable es que se lleve a cabo con una decisión del Consejo de Ministros, apuntan desde Moncloa. Podría apoyarse en la Proposición No de Ley aprobada casi por unanimidad en el Congreso en 2014 pidiendo al entonces Gobierno de Rajoy que diera pasos para ese reconocimiento.