Elecciones europeas

El tanteo de Von der Leyen a los ultras polariza el tablero alemán

"En el Parlamento Europeo no puede haber ningún tipo de coalición con la ultraderecha, ni un poquito o solo con algunos, o vamos a ver cómo. Debe haber un cortafuegos estricto", zanjó el canciller Olaf Scholz

La presidenta de la Comissió Europea, Ursula von der Leyen (esquerra), i la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.

La presidenta de la Comissió Europea, Ursula von der Leyen (esquerra), i la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. / LAPRESSE

Gemma Casadevall

"Nosotros no cooperamos con ningún partido que no sea proeuropeo, proUcrania y proderechos humanos. Es nuestra línea roja", aseguró Carsten Linnemann, secretario general de la Unión Cristianodemócrata (CDU) alemana, en una reunión con los medios previa al congreso federal de su partido. Es decir, el partido político de la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen.

"En el Parlamento Europeo no puede haber ningún tipo de coalición con la ultraderecha, ni un poquito o solo con algunos, o vamos a ver cómo. Debe haber un cortafuegos estricto", zanjó el canciller Olaf Scholz, en un acto de su Partido Socialdemócrata (SPD) de cara a las elecciones europeas, en presencia de su cabeza de lista Nicolas Schmit y otros destacados correligionarios del bloque comunitario.

Ambos políticos, el conservador y el socialdemócrata, se referían así, por alusiones, al "acercamiento" hacia la extrema derecha planteado por Von der Leyen, cabeza de lista de Partido Popular Europeo (PPE) y aspirante a un segundo mandato al frente de la CE. La política alemana ha movido el tablero político al no excluir que acabe contando con el apoyo de uno de los grupos de la Eurocámara de ese espectro, los Demócratas y Reformistas Europeos (ECR). A él pertenecen, entre otros, Vox, los Fratelli d’Italia de la primera ministra Giorgia Meloni, el ahora opositor Ley y Justicia (PiS) polaco, así como ultras suecos y los finlandeses. Sigue descartando, en cambio, a Identidad y Democracia, el grupo que integran Alternativa para Alemania (AfD), el Partido de la Libertad del neerlandés Geert Wilders y la Agrupación Nacional de la francesa Marine Le Pen, entre otros.

La lectura alemana

Que Von der Leyen tantee a unos y excluya a los segundos tiene en Alemania una lectura interna: el bloque conservador formado por la CDU y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) rechaza cualquier alianza con la AfD. Así se aprobó en sucesivos congresos con Angela Merkel en el poder. Su sucesor en la jefatura del partido, Friedrich Merz, ha defendido hasta ahora este cortafuegos. La AfD está identificado como partido prorruso, cómplice con las redes de desinformación del Kremlin y bajo sospecha de servir a los intereses comerciales de Pekín. Un partido autodenominado patriota, que en realidad siente "admiración por las dictaduras", como titulaba estos días el diario 'Süddeutsche Zeitung'.

El tanteo de Von der Leyen hacia el ECR marcará el congreso federal de la CDU que se abre este lunes y ante el que intervendrá la presidenta de la CE el miércoles. Dentro del partido existía ya una corriente interna que reclamaban abrir "diálogos" con la AfD, donde los ultras podrían alzarse como primera fuerza en las elecciones regionales convocadas para septiembre en el este. Es un debate complejo, incluso tóxico para la CDU, que bajo Merz ha abandonado la línea centrista que caracterizó a Merkel para girar a la derecha.

El bloque conservador alemán ocupa la primera posición en intención de voto a escala nacional y también ante los comicios europeos. Se la sitúa en un 30 %, más de diez puntos de ventaja sobre la AfD, en segunda posición. Los socialdemócratas de Scholz empezaron a recuperar terreno en medio de los múltiples escándalos que envuelven a la ultraderecha. Podrían empatar con la AfD o a quitarles el segundo puesto.

De la crispación creciente a la agresión

Scholz insiste en que en el rechazo a los ultras no caben medias tintas. Y ha apremiado a los conservadores a definir una "línea clara" los comicios europeos. Ello significa que Von der Leyen no puede dar por asegurado el apoyo de los socialdemócratas -que precisará para ser reelegida por la nueva Eurocámara- mientras no descarte a la extrema derecha.

"El clima político está envenenado por la extrema derecha. Lo vemos en Alemania como lo ven en España, en Suecia, en Finlandia o allá donde los radicales llegan al poder, a escala nacional o regional, como parte de un gobierno o apoyándolo como socios", comentó a El Periódico, del mismo grupo editorial que este diario, Kevin Kühnert, en un aparte del acto del SPD que cerró Scholz. La ultraderecha no precisa ganar una elección para situarse en el poder, sino que la historia ha demostrado que les basta con que "alguien" les abra la puerta, argumenta Kühnert.

Las advertencias socialdemócratas sobre la crispación política no son nuevas, pero este fin de semana dejaron de ser abstractas para pasar a lo concreto. Coincidían con la conmoción ante las graves agresiones sufridas por el eurodiputado socialdemócrata Matthias Ecke y un militante de los Verdes colgaban carteles electorales en Dresde, capital del "Land" de Sajonia y bastión ultra. Sus atacantes eran cuatro hombres jóvenes, de aspecto ultra, según un testigo presencial.

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