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MUCHA EXPECTACIÓN

Una familia de Castellón hace tres días de cola para ver en Madrid el sorteo de la Lotería de Navidad

Solo la pandemia ha impedido que una familia de un municipio de la provincia se pierda los últimos años la oportunidad de vivir en directo el 'espectáculo' de la Lotería

Una familia de Castellón hace tres días de cola para ver en Madrid el sorteo de la Lotería de NavidadMÒNICA MIRA

En la era de la exposición pública, de la tiranía del Me gusta, de la autocensura y de la normalización de términos como troll o loser, hay personas que encuentran el equilibrio personal ignorando a cualquiera que no quiera entender sus gustos o su forma de ser. Y posiblemente entre ellas estén quienes, exhibiendo con alegría y simpatía su condición de frikis, se pasarán muchas horas al relente para no perderse el Sorteo del Gordo de Navidad. En concreto, una familia procedente de un municipio de Castellón hará tres días de cola frente al Teatro del Real de Madrid para no perderse el recital de números y miles de euros de los niños y niñas de San Ildefonso.

Mapi Sorribes, estudiante de teatro en la Escola de l'Actor de València y vecina de la Vall d'Uixó, solo la pandemia le ha impedido disfrutar los últimos años —con este ya son siete— la experiencia de encontrarse entre quienes llaman la atención de los medios con sus disfraces mientras gran parte del país aguarda con interés a que una voz infantil recite su número y que una lluvia de millones le cambie la vida. Ella y su familia lo presenciarán en vivo y en directo, ataviados con la indumentaria más original posible.

En esta ocasión, ella y su marido han tenido muy en cuenta la actualidad, la crisis energética, la inflación... y por eso se convertirán en surtidores de gasolina por unas horas, al fin y al cabo, ser fuente de suministro del combustible puede ser una buena forma de conseguir ingresos ingentes mientras los demás no tienen más remedio que pasar por caja. De lo que no cabe duda es de que ambos se toman las dificultades con humor.

Mapi junto a una amiga de la familia, Mari Carmen, a su llegada a la cola del Teatro del Real de Madrid.

Llegaron a Madrid el lunes por la tarde y ya había gente haciendo cola. Conocidos. Porque hay una serie de habituales de este evento que han forjado una bonita amistad. Tanto es así que se turnan para no tener que soportar tantas horas del inclemente frío de la meseta a la intemperie. Como popularmente suele decirse, sarna con gusto no pica, y así viven Mapi y los suyos este momento. Además, van bien preparados, «un pijama calentito, bateria portátil, bufanda, guantes, eso para esperar, a parte, el disfraz».

La séptima vez en el Sorteo

Cómo llegó esta vallera a convertirse en una de los fieles asistentes a este evento tiene mucho que ver con la ilusión, con la que muchas personas viven el Sorteo de Navidad. «Siempre me ha gustado y una vez que estábamos de vacaciones en Madrid, nos acercamos para poder entrar y vimos la cola. Pudimos entrar por casualidad», explica. Con un aforo de 600 personas, año tras año hay público que se queda en la calle y esa es la razón principal por la que ellos ya están guardando su sitio, porque la afluencia de gente irá a más a lo largo del miércoles, víspera del gran momento.

«Me siento friki total, si hay que disfrazarse, me disfrazo»

Mapi Sorribes . Vallera en el Sorteo del Gordo de Navidad

Mapi, con naturalidad y sin complejos, afirma que «me siento friki total, si hay que disfrazarse, me disfrazo», pero sobre todo, se siente feliz con un momento sencillo y único. A la pregunta de si alguna vez le ha tocado algo estando allí, responde entre risas que en una ocasión «no me tocó ni la salud, porque cogí una pulmonía». En su caso podría decirse aquello de afortunada en humor desafortunada en la suerte. Nunca le ha tocado un premio, «como mucho los reintegros y porque juego a todos los números», pero siempre asiste al sorteo con la esperanza de que esta vez será distinto. Lleva 15 décimos encima y juega cinco más compartidos con otras personas.

Este jueves verá desde el patio de butacas como caen los números agraciados del bombo con su correspondencia en euros, si no vuelve con varios cientos miles de euros más en el bolsillo, lo hará con la satisfacción de estar viviendo su vida como le apetece hacerlo.

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