La tanda del XIV Concurs de Mascletaes la inició Europlá, que volvía a Castellón después de tres años de no entrar en liza. Salvador Armengol, Goret, ofreció un espectáculo "muy coqueto y resultón". Sin estridencias ni altibajos, pero con el ritmo adecuado de ir subiendo de tono a medida que avanza el espectáculo. El inicio aéreo, compuesto por tres partes, ofreció la novedad de intercalar una coreografía musical joven de un grupo danés, junto con el ruido de los truenos, chicharras, zumbadoras, color... bueno, hubo de todo, en este "pequeño piromusical". Pero también brilló "el primer tercio" con el secuencial a base de barridos rapidísimos y sonoros con descargas de distintos colores. La parroquia ya entraba en calor y el sol se asomaba y asociaba a la fiesta para ver qué era aquello que rompía la paz del cielo. Los seis grupos de retenciones contaban con un ramal doble, que mantenían sobre 800 masclets con calibres del tres al seis que fueron quemados a buena marcha. También estuvieron acompañados a los laterales por pitos, zumbadoras y efectos de color. El plato fuerte era el terremoto con viaje de ida y vuelta que sonó muy fuerte, aunque se notó que cada vez el que lo tiene que oír está más lejos. Durante los apenas 25 segundos de "quemar pólvora" hubo un impasse apenas apercibible por la rapidez de la quema de los masclets. El bombardeo aéreo se entremezcló con efectos secuenciales que no daban tanta canya en el cielo como en otras ocasiones, ya que se "cargó" por debajo mientras volvían los acordes de truenos en el rotatorio en unos nuevos secuenciales. Francisco Martínez, el encargado y diseñador del espectáculo, se despidió con una volcanada que semejaba más a tres por las alturas que eligió el pirotécnico. El público, entre los que se encontraban las reinas y su corte de honor, les dedicó a los de Bélgida una larga ovación. Empleó 7.06 minutos y quemó 180 kilos de pólvora.