El ritual iniciático de ver, dejar verse y cruce de miradas suele hacerse siempre con discreción. Sin embargo, cuando llega el buda de los toreros, el más querido y admirado no hay disimulo que valga y, con ardor guerrero, se presume y se coquetea en una feria de vanidades y autocomplacencias. Eso es lo que ocurrió ayer en el coso de Pérez Galdós.

Artistas, pintores, escritores, filósofos y la farándula versus el todo Castellón se pusieron el mundo por montera y... a los toros. Actrices de la talla de María Dolores Falomir, con su esposo, Juan Carlos Lleó (bohemio de los de antes, pintor y poeta), con Alfredo Vivas y Maite Rovira, llegaban exultantes y tempraneros. Más tarde, el rector de la Universitat Jaume I, Francisco Toledo, con sus amigos Pedro Royo, José Antonio Gascón y Esteban Martinavarro, arribaban entre risas y buen humor.

Por su parte, Tere Llorens y Montse Cotanda, buscaban un espacio entre los daguerrotipos, como el notario Ximo Serrano, Alejandro Payá y su amigo Wolf, llegado de Alemania.

El sacerdote Josep Miquel Francés pasaba como una exhalación con Antonio Marín y Marisa Segarra. Con gafas negras, Carmen Bonet, acompañaba a Pellegrini y a Fernando Roig, presidente del Villarreal. Otro presidente, el del Club Taurino, Ramón Jiménez, no podía faltar al histórico festejo. Iba con su esposa Mari Carmen Comas y su hijo Ramón Jiménez Jr.

En barrera, el pintor Lorenzo Ramírez, con su esposa María Elvira; el peluquero Enric Torner y su esposa Esther. Más pintores, como Ripollés, en calesa, y José Luis Ramírez, con su pareja Sonia González. También familias enteras, como los Chaler Riaza Ballester. En la plaza de toros faenaba José Tomás, quien, entre otras cosas se lleva de Castellón un crucifijo que le lanzó un aficionado de Barcelona. El de la buena suerte.