Un cambio de mentalidad: Así es dedicarse a una profesión sin referentes femeninos

Ishtar Uribe es técnico de sonido y ha tenido que aprender a trabajar en un ambiente masculino

Ishtar Uribe trabajando como técnico de sonido en la plaza de las Aulas, el primer sábado de las fiestas de Magdalena.

Ishtar Uribe trabajando como técnico de sonido en la plaza de las Aulas, el primer sábado de las fiestas de Magdalena. / Laura Colmenero

Laura Colmenero

En las actuaciones hay un equipo muy grande, casi siempre formado por hombres, que se encargan de que todo salga como debe y de que la música suene bien. Entre ellos también se encuentra Ishtar Uribe, que es técnico de sonido, una profesión mayoritariamente masculina. Se dedica a ello por vocación. Siempre supo que «estaría encima o al otro lado del escenario», cuenta. Y ese sueño se cumplió. Actualmente está en una orquesta los fines de semana, y entre semana trabaja en diversos congresos y conferencias, normalmente en la UJI. Durante la Magdalena ha trabajado en varias carpas y gaiatas, haciendo que cada espectáculo suene como debe. 

En su labor se enfrenta a jornadas de hasta 12 horas, por lo que afirma que «es algo que tienes que tener dentro». Pese a que asegura que «está bien cuidada», tiene que sacrificar mucho tiempo de su vida personal. Aun así, para ella es un trabajo ideal, que se adapta a su alta energía.

Referentes

«Faltan referencias». Es una de las cosas que más reivindica. No se conocen a muchas mujeres que se dediquen a la producción musical, tampoco se piensa en ellas al hablar de sonido. «Siempre piensas en un hombre cuando te imaginas a un técnico», comenta. Y esa idea se traslada a su forma de trabajar, pues siempre está preparada para que se sorprendan cuando la ven. Esto provoca que en cada sitio al que va tenga que «volver a romper los prejuicios», detalla. 

Esa idea preconcebida sí llegó a influir en la forma en la que se relacionaba con sus compañeros, o incluso en la ropa de trabajo. Con el tiempo ha conseguido que todo eso vaya perdiendo peso, se ha dado cuenta de que no tiene por qué «encajar en el papel» que se espera, y que lo importante es confiar en ella misma y en la labor que desarrolla. 

«Siempre hay una reacción», afirma. Da igual lo que haga. Si lo hace bien, «se sorprenden»; si lo hace mal, «se veía venir», comenta. Pero siempre hay un peso extra en cada cosa que hace. Esto va desde los comentarios hasta no dejar que cargue con peso. Además de aprender un oficio, a lo largo de los años, también ha aprendido a «adaptarse a un entorno muy masculino». 

Seria y concentrada

«En el trabajo soy más seria, hablo más fuerte, estoy más concentrada, me doy cuenta de cómo la sociedad me ha educado», incide. Esto es algo que, en entornos más femeninos, no le sucede. Según lo que ella ha podido ver, las mujeres son más autoexigentes, y cuando trabajan en un entorno masculino «consumen mucha energía, para demostrar que saben hacer su trabajo como profesionales. Aunque no tendrían por qué demostrarlo», subraya.

«Es una lucha contigo misma, no puedes cambiar a la gente de tu entorno, tienes que cambiar lo que tú esperas de la gente», reconoce. Y el cambio comenzó con la música que escuchaba. Ahora tiene muchas referentes femeninas porque se ha esforzado en «escuchar a más mujeres». Es un ejercicio necesario, por su parte y por cualquier otra mujer que quiera dedicarse a la música, y que como Uribe, encuentre en un ambiente masculino la profesión a la que quiere dedicarse. Todo, para romper con esos estereotipos que, dice, no le deberían perseguir.