Dones que fan festa

Estrada, la peluquera de las representantes de la ciudad: «He aprendido de mi madre»

Reafirma el valor  de los peinados regionales como parte de la identidad de Castelló y la necesidad de que prevalezcan

Eugenia Archilés Estrada peinando a la reina infantil, Vega Torrejón, en el local de Peluqueros Estrada.

Eugenia Archilés Estrada peinando a la reina infantil, Vega Torrejón, en el local de Peluqueros Estrada. / Laura Colmenero

Laura Colmenero

El trabajo artesanal va más allá de los talleres de pintura o cerámica. En Peluqueros Estrada llevan dos generaciones peinando a las damas y reinas de las fiestas. Esto conlleva, además de tradición, sacrificio e implicación. Eugenia Archilés Estrada ha sido este año la encargada de peinar a las representantes de la ciudad, Lourdes Climent y Vega Torrejón. Las melenas de ambas han pasado por sus manos desde que eran niñas.

La peluquería la abrió su madre en el año 67 y, desde entonces, acumulan una larga trayectoria de peinados e historias. Estrada no solo tiene un oficio, cada chica a la que peina forma parte de una gran familia.

Comenta con simpatía que las suele cuidar «y malcriar bastante», ya que en su peluquería entran como si estuvieran en su propio dormitorio. A las damas les suele preparar dulces para comer y se preocupa porque tengan cosas para estar entretenidas durante las horas que pasan allí. Además de peinarlas, también se preocupa por ellas

El día de la Romeria, las damas y las reinas llegaron a su peluquería sobre las cinco de la mañana. Ella empezó a trabajar a las tres. Preparó los productos, limpió el local, hizo café y llevó algo de desayuno para que las chicas estuvieran lo más cómodas posible. «Esto no es una peluquería, esto es estar en casa», reafirma. Y añade: «En cierta manera es bonito que te tengan así».

Su profesión, aunque es imprescindible para completar los atuendos regionales, no está tan reconocida como a los profesionales del gremio les gustaría. Arreglar el pelo necesita un tiempo que muchas veces no se tiene en cuenta. Hay cierto miedo, entre las que se dedican a elaborar estos peinados, a que este arte desaparezca. Es un oficio muy sacrificado, reconoce Estrada, aunque sea muy gratificante. «Cada vez somos menos», afirma, y cree que es la cantidad de tiempo que hay que invertir en el trabajo lo que hace que, poco a poco, haya menos peluqueros dedicándose a los peinados regionales. Reconoce que, recientemente, se han estado incorporando nuevas personas, aunque suelen ser gente que ya está vinculada con las gaiatas o, como en su caso, han aprendido el oficio de algún familiar. El proceso es prácticamente artesanal. «Yo he aprendido de lo que mi madre me ha enseñado», recuerda, ya que el conocimiento se ha transmitido a lo largo de las generaciones. No existe una regla exacta que dicte cómo debe ser el peinado o cómo se debe hacer. «Yo aprendo constantemente», admite. Cada pelo es diferente y se debe trabajar de forma distinta. Además, como en todo proceso artesanal, quien lo hace, deja su marca. «Sabes quién ha hecho cada pelo», comenta Eugenia, y recalca que no hay competitividad en la profesión, que todas son «compañeras».

Estrada peinando a la reina infantil, Vega Torrejón.

Estrada peinando a la reina infantil, Vega Torrejón. / Laura Colmenero

Una marca de identidad

Ella afirma que el pelo de castellonera es parte de la identidad de la ciudad. Es un elemento característico que «no debería perderse», comenta. Ha evolucionado con los años, ha cambiado. «Vas probando, pero siempre vuelves a lo que ya funcionaba», admite. «El pelo de labradora sí estaría salvado con los pelos artificiales», aclara, pero explica que el de castellonera es totalmente artesanal, por lo que ella espera que haya un relevo generacional que siga dedicándose a hacer peinados regionales para preservar el legado.