Las declaraciones de una barrendera después de Magdalena: «Hay que aprender a respetar»

Tatiana Denut es barrendera y resalta los turnos extras que se hacen durante las fiestas y la necesidad de que los ciudadanos colaboren para que ella y otros profesionales puedan trabajar mejor

Tatiana Denut en uno de los turnos de limpieza, una mañana durante las fiestas de Magdalena, en la plaza de la Muralla Liberal.

Tatiana Denut en uno de los turnos de limpieza, una mañana durante las fiestas de Magdalena, en la plaza de la Muralla Liberal. / Manolo Nebot

Laura Colmenero

Las fiestas de Magdalena dejaron tras de sí, como tantos otros años, las calles y las plazas llenas de basura. Los vasos de plástico, las latas de cerveza o las colillas terminaron en el suelo o en unos contenedores y unas papeleras que acaban a rebosar, incapaces de almacenar tanta basura.

A pesar de esto, la ciudad ha amanecido limpia de nuevo al final de las fiestas. Los restos de esa vida nocturna han desaparecido y apenas quedan unas sombras de bebida que oscurecen los suelos pero acabarán por desaparecer progresivamente.

Este cambio del paisaje que ocurre cada mañana tiene detrás a personas trabajadoras que aumentan sus turnos cuando los demás disfrutan. Gracias a otra de esas profesiones que, aunque son necesarias, parecen invisibles, el resto de ciudadanos pueden seguir disfrutando.

Una de las personas que hay tras esa limpieza diaria es Tatiana Denut. Es barrendera, y reconoce que en Magdalena, tanto ella como su equipo, doblan turnos. Es una época de «mucho trabajo», admite, en la que tiene que sacrificar bastante tiempo y en la que debe «salir de la rutina diaria» que marca el resto de días del año. Sin embargo, admite que va a trabajar con ilusión y con ganas. Proclama que le encanta su trabajo, y que no le molesta ver a la gente pasándoselo bien.

Sin embargo, sí admite que, como profesional, hay cosas que le molestan. Entre ellas, que la población no «respete». Una de las tardes que puede provocar más suciedad año tras año es la del coso multiculor. El confeti llena de colores el suelo y provoca un rato de diversión que deja tras de sí horas de trabajo de limpieza. Comenta que no es un problema en sí, ya que el equipo ya está preparado para eso. Lo que realmente afecta a su rutina de trabajo es que «la gente no respeta la zona acotada, hay muchos que se llevan el confeti a otros sitios». Es entonces cuando entorpece su faena, porque rompe todas las previsiones.

Sin embargo, la empatía va más allá en ella, porque «intenta entender que la gente disfruta». Y recalca que no le molesta. Durante las fiestas se hace la limpieza habitual, y después, se profundiza, comenta. «Hay veces que no puedes», admite, la gente sigue de fiesta y sigue divirtíendose, y muchas veces «no quieres meterte en medio». Mantiene su lugar al margen, e intenta hacer su trabajo, aunque muchas veces no puede completarlo.

Al final, esa labor de profundizar la limpieza se acaba haciendo después de las fiestas. Desde su posición de trabajadora, no quiere molestar a las personas que se están divirtiendo. Sin embargo, resalta que es importante que «aprendan a respetar algunas cosas».

Problemas del día a día

Más allá de las fiestas, admite que en el día a día hay cosas que los ciudadanos no tienen en cuenta y que sí que pueden afectar a su trabajo o que dificulta que los barrenderos lo lleven a cabo. «La gente debe aprender a tirar la basura por la tarde o noche», afirma. Respetar los horarios para sacar las basuras de las casas es una parte importante para que tanto ella como otros compañeros puedan llevar a cabo su trabajo. «No puede ser que a medio día los contenedores estén llenos», ya que hasta la noche no se van a poder vaciar. 

Y recalca de nuevo lo contenta que está con su faena. Resalta que es una persona muy sociable y que le gusta hablar con la gente, que ya forma parte del barrio después de 13 años. Y reconoce que una de las cosas que más le gusta es ayudar a la gente. Ella simplemente desea que todos lo pasen bien y tengan una «feliz Magdalena».