Más o menos bien

Tanto dolor y tanta culpa: el remordimiento

Hoy es el Día internacional de los que no hemos salido en Magdalena. Lo pasamos bien, aunque es un festejo modesto

Festival de Música en Magdalena.

Festival de Música en Magdalena. / KMY ROS

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Hoy es el Día internacional de los que no hemos salido en Magdalena. Lo pasamos bastante bien, aunque el nuestro sea un festejo modesto. El detalle más sencillo acentúa la belleza de los dolores ajenos. La celebración consiste básicamente en sentarse en clase o en el trabajo y observar los quejidos de los otros en silencio, respetando siempre, pero atentos: más agua, más suspiros, más termos, alguna afonía y algún ibuprofeno suelto. La nuestra es la superioridad moral del aburrimiento. Es una superioridad moral un poco estúpida y miserable, cierto, pero al menos solo dura un día. Conozco adultos que han basado la suya en ser de un equipo que daba más pases que el resto.

Enfrente están hoy los del remordimiento. Lo sé porque lo he sufrido de primera mano durante muchos años. Nadie tiene que contármelo. Es también el lunes de las preguntas incómodas, y a menudo retóricas. El debate interior sin opción a premio. Cuántos ridículos habré hecho. Cuánto dinero he gastado. Seguro que hablé más de la cuenta. Seguro que quedé mal con aquella persona. Seguro que esto del pie es una fascitis plantar. Cuánto tiempo puede un ser humano vivir con los labios cortados. Qué estoy haciendo con mi cuerpo. Cuántas duchas necesito para limpiar la culpa. Diría que conviene dejar de salir cuando el sentimiento de culpa del día siguiente es mayor que el placer de la fiesta, pero tampoco estoy aquí para dar consejos.

Aunque hay algo que sí recomiendo. Si hoy te estás muriendo por dentro, si hoy aseguras que no vuelves a salir hasta agosto en las fiestas del pueblo, deja escrita esa promesa en un documento. A ser posible, fírmala con testigos y ante notario. Porque ahí asoma el problema. Tanto dolor, tanta culpa y tanto remordimiento, pero cuando llegue la próxima Magdalena ya no te acuerdas. 

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