Venimos de una época festiva. Has sido unas semanas de convivir, de estar con la familia, de suculentas y copiosas comidas, pero también en esta sociedad consumista está la necesidad de pedir regalos.

Nunca he sido partidaria de profesionalizar el running, ya que si no este perdería su esencia. Es decir, hay que tener muy clara la diferencia entre la élite y la alta competición, y la afición y la competición popular. ¿Significa esto que el runner no deba cuidar los detalles? Para nada. En muchas ocasiones hemos hablado del deporte como fuente de salud tanto física como psicológica.

Por ello, lanzo esta pregunta a todos los implicados: ¿Era necesario pedirle a los Reyes Magos las famosas zapatillas Vaporfly de 200 euros? En mi humilde opinión creo que no.

Entiendo que es mejor que invirtamos el dinero en unas plantillas pautadas por un podólogo tras el adecuado estudio, en sesiones con un experto en psicología del deporte, en una prueba de esfuerzo, en un menú elaborado por un nutricionista, en la visita a un balneario para relajar los músculos o en una cita concertada con un fisioterapeuta… así como en otras cosas relacionadas.

Al final, estas opciones llevadas a cabo por profesionales vinculados al deporte sirven para poder invertir en salud.

El entrenamiento invisible

Esto además forma parte de lo que se conoce como entrenamiento invisible, que todo practicante de deporte con intensidad debería realizar. Es decir, aquellas cosas que hacemos en pro de mejorar nuestro rendimiento deportivo y nuestra salud, pero que no se ven directamente y no son tan sólo ejercicio físico.

El entrenamiento invisible es igual de importante que el entrenamiento tradicional, puesto que sino descansamos de forma correcta, no tenemos una buena higiene del sueño, unos hábitos alimenticios correctos... el rendimiento deportivo esperado no llegará tal y como lo esperamos.

Afición y no obligación

Insisto en que esto no significa, que no podamos ir con los amigos a tomar uñas cañas, no podamos trasnochar y pasar una buena noche entre amigos o familiares, o comamos turrón y polvorones estas fiestas.

Pues el runner no es un atleta profesional. Eso hay que tenerlo muy claro, lo que implica que correr no es su trabajo sino su afición, y no se debe distorsionar el concepto de afición puesto que sino la convertimos en una obligación. Y las obligaciones finalmente se hacen cuesta arriba de llevar y difíciles de manejar.

Por tanto, hay que tomarse el deporte en serio, pero si es un hobby, hay que tratarlo como tal.

* Psicóloga deportiva

@mvallsbarbera