Caminar es una sucesión de pasos. El paso consta de una fase de vuelo seguida de otra fase de contacto. La carrera es similar a caminar, pero acorta el periodo de contacto del pie con el suelo. El 75% de los corredores contactan primero el suelo con el talón, y algunos velocistas apoyan solo la parte anterior. La intensidad del impacto en carrera y sobretodo en saltos puede ser de 3 a 10 veces el peso corporal, pudiendo alcanzar 7-20 kg/cm2 lo que supone una presión muy importante sobre los pies. En un corredor de fondo supone de 600 a 1.000 impactos por kilómetro, lo que favorece fascitis plantares y fracturas de estrés.

La forma de carrera es muy variable entre deportistas. En un atleta, ante una lesión, debemos analizar el complejo pie-calzado. El calzado deportivo cumple dos funciones: amortiguar y controlar la prono-supinación.

Los pies hiperpronadores y los pies planos necesitan un control de la excesiva movilidad. Los pies cavos necesitan una mayor amortiguación para reducir sobrecargas o lesiones. En corredores de fondo es mejor un calzado que controle el retropié y deje libertad al antepié.

El material del calzado deportivo debe ser resistente, ligero, flexible, transpirable e impermeable. El material de la entresuela debe dar amortiguación y estabilidad, son de poliuretanos y de etil-venil-acetato (EVA). Las suelas muy duras controlan la pronación pero amortiguan poco y las muy blandas al revés.

Se realizan trabajos biomecánicos para optimizar la dureza de la suela y la altura del tacón, según la especialidad deportiva. El calzado ideal facilita el gesto deportivo, reduciendo el gasto energético y el riesgo de lesión. La flexibilidad de la suela y de la puntera ha de facilitar a los dedos la extensión hasta los 60º en el momento final del despegue, facilitando el impulso.

Las suelas blandas pueden reducir el 3% el consumo de energía; una disminución del peso del calzado en 100 gr en cada pie puede suponer reducir 90-120 segundos en un maratón.

Las causas principales de retirada del calzado deportivo son: 38% desgaste de la suela, 22% deformidad de la zapatilla, 14% desgaste del tejido, 12% rotura de las costuras. El 37% no sabe cuantos kms ha realizado y el 39% ha realizado más de 2.000 kms.

Por encima de los 1.000 km se pierden las cualidades óptimas para la práctica deportiva. Las entresuelas de EVA pierden el 35% de su amortiguación a partir de los 400 km. El riesgo de lesión aumenta al apurar la vida del calzado, siendo del 9% las lesiones de rodilla si las cambiamos antes de los 1.000 km, pero aumenta al 15% si se realiza el cambio entre 2.000-2.500 km.

*Especialista en medicina de la educación física y el deporte