La joven corredora Júlia Font Gómez (30 de marzo del 1994, Alfondeguilla) ha dejado de ser una promesa durante el último año para convertirse en una de las atletas con más futuro, como atestiguan su primer podio en el Campeonato de España de carreras de montaña o su segunda participación en el Europeo, de nuevo entre las 50 mejores. Este último fin de semana, fue además cuarta en la Skyrace de Comapedrosa, puntuable para la Copa del Mundo.

—¿Cómo fueron sus inicios?

—Es un deporte que he vivido desde pequeña porque está muy presente en mi familia, pero a mí nunca me gustó correr. Sin embargo, con 17 años empecé a hacer senderismo en la montaña, alguna carrera, y me enganché.

—¿Qué le atrajo de correr?

—Creo que fue la competición. Hice una carrera cerca de Teruel, caminando con mi madre, y luego me motivé para prepararla mejor. La corrí de nuevo con mi primo y ahora me encanta la montaña.

—¿Cuándo empieza a ir en serio?

—Al poco de entrar en la universidad. Después del primer año en València fui a Font Romeu, y ahí empezó a ser más que una afición, pero sobre todo durante el último año. Ahora con mi entrenador, Toni Montoya, dedico más horas, y es que para tomártelo en serio tienes que tener una base, la experiencia acumulada de estos seis años es lo que me ha permitido entrenar más horas.

—¿Cómo suele entrenar?

—Dedico una o dos sesiones por semana al gimnasio y corro entre 12 y 16 horas, lo que incluye dos o tres sesiones de intensidad, salir por llano y montaña, y con bici de montaña. No participo en pruebas muy largas, así que prefiero trabajar la intensidad.

—Tiene el récord de la Cursa Castro d’Alfondeguilla (1.50.34 en 2017) y el de la Volta al Terme (4.07.11 en 2019). ¿Cuál prefiere?

—El de la VTA. El de la Castro fue hace unos años y me hizo ilusión, pero ocurrió sin buscarlo. Este año sí me había preparado para batir el récord de la VTA, que era más difícil porque se mantenía desde el Campeonato de España de hace diez años. Era un reto que ni hubiera imaginado hace un año, y sobre todo no esperaba batirlo por ocho minutos.

—¿Cómo valora su primer podio en el Nacional de montaña, después del quinto puesto del 2018?

—La verdad es que fue una lástima porque salí a arriesgar, y tras ir segunda la mayor parte de la carrera, a falta de 400 metros me superaron y quedé tercera. Pero estoy contenta por el rendimiento.

—También ha competido por segundo año consecutivo en el Europeo. ¿Cómo le fue esta vez?

—El año pasado quedé la 40ª y esta vez la 45ª. Es cierto que había más nivel, pero también yo estaba más fuerte. Sin embargo, no tuve el día, el viaje fue duro y no estaba lo bastante fresca como para correr con tanta intensidad.

—¿El objetivo es ahora clasificarse para su primer Mundial?

—La idea era buscar la clasificación para el Mundial este año, me veía con posibilidades, pero luego opté por centrarme en el Europeo que es más corto, ya que aún soy muy joven y puedo explotar mi velocidad en carreras más cortas, dejando para más adelante el Mundial o el ultrafondo. Lo que de verdad me motiva es seguir corriendo y mejorando mis marcas. El Mundial debe ser una consecuencia de que siga compitiendo con las mismas ganas y que este deporte me siga aportando tanto. Correr me permite conocer mundo y a muchas personas, y al final eso es lo que te llevas de esto.

—¿Qué otras pruebas correrá?

—Voy a preparar la OCC, la corta de Chamonix, que con 57 km será la más larga que haya hecho, y en septiembre el Europeo de la Federación de Montaña, 34 km. Después descansaré y prepararé la temporada de cros, en la que quiero ir más en serio, y la de ruta de 10k, donde quiero hacer marca. Lo bueno del cros es que combina la rapidez con la necesidad de fuerza para subir y bajar.

—¿Qué le aporta su reciente faceta de entrenadora de atletas?

—Empecé sin saber que me iba a gustar tanto. La felicidad de que ellos logren sus objetivos es lo más gratificante para mí.