Día de contrastes en las comarcas del Alto Palancia y el Alto Mijares. Por una parte, el «cabreo» y la «sensación de abandono», generalizados. Por la otra, el alivio tras recuperar la luz, pese a que en la mayoría de municipios la situación aún era ayer precaria debido a que el retorno de la electricidad solo fue posible por la llegada de generadores, alguno de ellos desde Barcelona.

En Pina de Montalgrao o Pavías estuvieron unas 60 horas sin electricidad y sin agua. En Torás o El Toro fueron dos días enteros sin suministros básicos, y ayer aún no había teléfono. Florencia Villanueva y Matilde Izquierdo, madre e hija residentes en Pina de Montalgrao, resumían cómo han vivido las últimas horas: «Tenemos una estufa de leña en la cocina, y casi no hemos salido de aquí, puesto que en el resto de la casa hay calefacción eléctrica». «Hemos tenido que tirar alimentos de la nevera, y otros los hemos conservado bajo la nieve del corral», añadían, y recordaban el grito de alegría que habían dado a las 09.15 horas de la mañana, cuando recuperaron la luz.

La presencia de Matilde durante estas horas complicadas fue clave para asistir a su vecina Herminia Zorita, que con 97 años --es la más longeva del municipio-- ha visto muchos temporales, pero ninguno como este. Su hijo Olegorio Morán, residente en Barcelona, viajó ayer hasta el pueblo «para llevarla unos días con nosotros, hasta que el frío amaine». Olegario afirmó que «aquí no es extraño que nieve, pero dos días enteros sin luz no habíamos estado nunca». Matilde ponía la puntilla: «Cada vez pagamos más por la luz, y cuando más necesitamos a la compañía nos dejan solos».

EL BAR, PUNTO DE REUNIÓN // En Torás y El Toro la noticia de la vuelta del flujo eléctrico llegó el sábado a última hora, gracias al esfuerzo no solo de los técnicos de Iberdrola llegados de zonas como Cataluña o Aragón, sino también de los vecinos. Estrella Sanahuja, Alicia Moreno y Luis Bens, entre otros, ayudaron a sacar la nieve de las calles de la zona alta de El Toro para ubicar allí un generador. Posteriormente, hasta bien entrada la madrugada, hubo que alimentarlo con gasoil.

El Bar Calibores sirvió de punto de reunión durante las dos jornadas sin luz. Ioan Milu y Eva Csipak, que lo regentan desde hace 14 años, no cerraron pese a que solo servían «poleos y cortados de máquina». Tampoco había calefacción, pero «el calor humano ayuda mucho», pues «en casa no tenemos estufa de leña y el termómetro no subió de nueve grados».

En los hogares, provisión de leña y paciencia. Así lo aseguraron Manuel Juan y María Lidón, quienes se apañaron «con velas y una linterna», y a los que preocupaba que «hace tres días que no hablamos con nuestras hijas, que viven en Castellón». En estos municipios no había línea telefónica, ni tampoco cobertura para móviles.

Los vecinos racionaban la luz de los generadores, ya que temían que la solución definitiva «tardará en llegar» y los suministros faltarán si continúa nevando.