Castellón está a punto de cerrar otra campaña citrícola atípica. Otra, porque la anterior ya lo fue por un desplome de los precios que dejó tiritando al sector. En esta ocasión el principal protagonista no ha sido el valor de la fruta, que de hecho ha ido muy al alza, sino la merma de producción, que finalmente ha sido mucho mayor de la esperada. Es momento de balances. ¿Se puede hablar con claridad de una temporada mejor que la anterior? En buena medida, la respuesta depende de a quien se le plantee esta pregunta.

Una retrospectiva desde julio a diciembre permite dibujar con bastante nitidez el desarrollo de la campaña. Según explican a Mediterráneo fuentes del sector, fue ya en pleno verano cuando los comercios más importantes se dieron cuenta de la gran merma de producción. Ahí empezó el baile de movimientos. Según explica un exdirectivo de una firma del sector ya retirado, «las empresas ofrecieron a muchos agricultores tratos por unos 18 céntimos, lo que suponía prácticamente doblar el precio de la temporada anterior».

En septiembre hubo una primera pista de cómo evolucionarían los acontecimientos. Fueron muchos los agricultores que recibieron propuestas de comercios valencianos que ya se situaban en el entorno de los 30 céntimos. Una tendencia al alza que se confirmó con el inicio de la recogida de la clemenules, que evidenció que los cálculos del Consell, que predijo una caída de producción del 40% en el caso de la clemenules, se habían quedado cortas en algunas zonas. Los exportadores, con crecientes dificultades para servir a sus clientes españoles y europeos, se vieron obligados a rifarse a aquellos agricultores que aún no habían vendido su fruta, con lo que los precios subieron hasta los 33 céntimos e incluso más en casos puntuales.

Quien esperó para vender se arriesgó a que las inclemencias del tiempo dañaran su producción, pero en esta ocasión la gota fría llegó con la campaña prácticamente acabada, con lo que a más de uno la jugada le ha salido redonda. En cambio, a aquellos que prefirieron cerrar sus acuerdos comerciales con premura les será más difícil cuadrar números, e incluso algunos incluso vuelven a cerrar el ejercicio con pérdidas. La alegría, a la espera de tiempos mejores, va por barrios.