El 2019 será un año electoral. El próximo mes de mayo se celebrarán las elecciones municipales y autonómicas y, liquidado el bipartidismo, volverá sí o sí la política de pactos con un más que previsible nuevo actor en la figura de Vox. Eso será en el ámbito político. En el económico, lo más destacado será la ralentización. La previsión es que la economía siga creciendo, aunque todo apunta a que lo hará a un ritmo menor que hasta ahora. Si el Banco de España ha rebajado la estimación del alza del PIB hasta el 2,2%, el Consell espera ahora que el dato sea similar en la Comunitat Valenciana este año.

Esa ralentización hay que achacarla a un avance lento del mercado nacional, un dato que ya nadie discute, pero también al frenazo de algunos de los principales mercados internacionales. En el caso de los sectores volcados en la exportación, los vientos proteccionistas que soplan en buena parte del mundo, la guerra comercial entre EEUU y China, o con qué reglas del juego se cerrará el brexit aportan incertidumbre y juegan en contra.

Para el azulejo, mantener el volumen de ventas en los principales mercados europeos será clave para que el 2019 pueda cerrarse en verde desde unas expectativas de crecer apenas, tras cerrar el 2018 con un avance máximo del 1,5%. Otras variables como el desempleo caminan en positivo y, después de que en noviembre el paro cayera en 1.178 personas, un 3,01%, sobre octubre, y Castellón fuera la cuarta provincia con un mayor descenso relativo al reducirse a 37.968 los parados, la expectativa pasa porque la cifra continúe a la baja, aunque no tanto por que pueda producirse una mejora clara de las condiciones en el mercado laboral.

El camino económico parece despejado pero no ocurre lo mismo con la financiación autonómica. El 2018 ya sido otro año fallido (y van muchos) y queda pendiente para este año, o no.