La gran mayoría, de momento, no podrá comprobarlo, en especial quienes tanto lo reivindicaron, pero estos días tan extraños en la Vall d’Uixó se ha superado un obstáculo histórico: el que suponía acceder a servicios esenciales de su ayuntamiento para muchos vecinos. El ascensor proyectado ya funciona.

La primera en utilizarlo fue la alcaldesa, Tania Baños, quien por sus responsabilidades sigue acudiendo a la casa consistorial. Y es que, al final, entre tanta incertidumbre no deja de ser una buena noticia, por lo que no pudo resistirse a compartir el viaje inaugural para dar a conocer la noticia. Las personas que quieran reunirse con ella o necesiten realizar algún trámite frente a los servicios administrativos de secretaría, a partir de cuando sea posible, podrán hacerlo sin que las escaleras supongan un gran prohibido el paso implícito, aunque fueran un elemento ideado en su momento para facilitar el acceso a lugares elevados.

Meses de espera

Ha pasado más o menos un año y siete meses desde que Baños anunció la concesión de una subvención de la Generalitat valenciana por importe de 30.000 euros para eliminar las barreras arquitectónicas de Casa la Vila. La pretensión por aquel entonces --agosto del 2018-- era licitar la obra en las semanas siguientes al anuncio y lograr que el ascensor entrara en funcionamiento antes de empezar el ejercicio 2019. Pero aquellos buenos própositos de entonces no tuvieron nada que ver con la triste realidad.

Los trabajos de instalación no comenzaron cuando estaba previsto, pero tampoco se desarrollaron al ritmo esperado. Tanto es así que, a finales del pasado mes de septiembre, desde el equipo de gobierno dieron un ultimatum a la empresa encargada del servicio. Durante dos meses, la puesta a punto del ascensor estuvo completamente parada por «unos problemas con la medición de la estructura», según argumentaron los adjudicatarios para justificar el retraso, con el lógico malestar del Ayuntamiento de la Vall d’Uixó.

Con una obra de 73.000 euros pendientes de lograr la subvención autonómica concedida, se anunciaron sanciones. 48 horas después, los operarios retomaron la obra para colocar el cristal de protección. Desde entonces han pasado meses con un ascensor acabado que, paradójicamente, solo ha empezado a funcionar cuando nadie puede darle uso. De momento, por supuesto.