Con todo el brío de sus mejores años, Carlos Fabra Carreras respondió ayer a Mediterráneo a preguntas sobre el libro Fabra ¿y ahora qué?, que se presentará el próximo viernes, 21, a las 19.30 horas en el centro La Bohemia de la capital. El texto recorre la trayectoria del expresidente de la Diputación de Castellón --más de veinte años--, así como sus casi tres años en prisión, cumplidos por una condena de cuatro por delito fiscal.

En libertad definitiva desde el 30 de noviembre del 2017, como el mismo relata, se revela, sobre todo, marcado por lo que considera la «traición» de sus compañeros de partido; afirma que ve «muchas cosas» que le «gustan» en Vox y es tajante a la hora de rechazar una vuelta a la política.

--¿Qué le ha llevado a publicar este libro? ¿Cuál es la motivación?

--Me ha llevado la tozudez de Jesús Montesinos. No tenía intención de publicar ningún libro, pero en uno de los permisos penitenciarios vino a hablar conmigo, me propuso hacerlo y, al final, he colaborado, le he relatado mis experiencias y él lo ha escrito. ¿La motivación? Lo fundamental, que se sepa que nadie me ha condenado por corrupción como han publicado medios de toda España, sino por delito fiscal, por los que en la mayor parte de los casos, por cantidades de dinero infinitamente mayores, nadie va a la cárcel. En el libro aporto informes de peritos que dicen que no había ningún delito fiscal. La justicia no lo entendió así y he cumplido casi tres años de cárcel.

--¿Cuál es su resumen de la experiencia vivida en prisión?

--Es una experiencia durísima, sobre todo, para gente que, como yo, no ha tenido contacto con ese mundo. He sentido soledad, tristeza y vergüenza, pero me quedo especialmente con la humanidad de mucha gente de dentro que, muchas veces, es mayor que la de muchos de los que están fuera. En dos años de cárcel, cárcel, no me han dado ninguna ventaja, pero tampoco me han causado ningún martirio personal, y no he tenido ningún problema ni con otros reclusos, ni con ningún funcionario. Ha sido durísimo. No es lo que yo esperaba después de 20 años dedicados a defender la provincia de Castellón.

--En el libro habla de «traidores» en el PP, su ya expartido desde hace cuatro años ...

--Creo que es público que lo son gente de mi partido que me lo debía todo. Un ejemplo es Javier Moliner, que no fue elegido por el comité ejecutivo, sino que lo elegí yo. Se ha pasado la legislatura presumiendo de haber reducido la deuda de la Diputación, que siempre ha estado dentro de los límites legales, pero que permitió hacer el Hospital Provincial, muchas carreteras del interior, la Piscina Provincial y muchas otras, el Museu de Belles Arts, el Espai d’Art o el aeropuerto. Yo también habría tenido unas finanzas estupendas si no se hubiera hecho nada. Y se hicieron cosas que no se habían hecho nunca antes en Castellón.

--¿Cuál es la «traición» que más le ha dolido?

--La que más me ha dolido ha sido la de Javier Moliner. También cuando leo que Miguel Barrachina ha dicho que él era el único que me plantaba cara, cuando no lo hizo nunca, solo hacerme la pelota para estar donde está. Además, a toda la gente de mi equipo, como Marisol Linares, Esther Pallardó o Francisco Martínez, se los han pulido. Y en el 2011, yo ya estaba imputado y casi condenado pero aún era el presidente del partido y ganamos con mayorías absolutas. En el 2015, este equipo del PP perdió casi todos los ayuntamientos importantes. Ese es el logro de un equipo inexistente, con un desastre monumental en Castellón ciudad, porque ya no estaba Carlos Fabra para dirigir.

--Desde su óptica de dirigente político veterano, ¿cómo ve el volátil panorama actual?

--Muy mal. Lo de Cataluña se está complicando y es inadmisible que no se aplique el 155. La culpa de esto la tiene en gran medida el PP de Rajoy, aunque ahora Casado tiene otra filosofía.

--¿Y la irrupción de Vox tras las elecciones en Andalucía?

--Democracia es que cada uno vote a quien quiera y no veo que Vox no sea constitucionalista. En el panorama actual veo alternativas que me gustan; me gusta el espacio de Casado; y de Vox me gustan muchas cosas, como la tarjeta sanitaria única en España, o la tarjeta fiscal cómun a todos, porque hay que proteger la diversidad de las comunidades autónomas, pero sabiendo que estamos todos en una nación que se llama España. La irrupción de Vox es la de la gente que está harta y cansada de que no se haga nada y, por tanto, de que cada día estemos un poquito peor en España.

--¿Se plantea una vuelta a la actividad política?

No me planteo volver bajo ningún concepto en este momento. He ido a dos actos de Vox, en Castellón y en Benicàssim, a los que me invitaron, y fui con discreción, pero nada más.