Los castellonenses tiran más comida a la basura que la que reparten las oenegés a los más desfavorecidos. Así, cada ciudadano arroja como media 28 kilos de alimentos al contenedor al año. Esto supone que los hogares castellonenses desperdician la friolera de 16,3 millones de kilos al año. Cifras ocho veces superiores a los productos que los casi 35.000 castellonenses en riesgo de exclusión reciben de Cruz Roja (que el año pasado repartió 1.009.694 kilos) y del Banco de Alimentos (que distribuyó 1.266.292).

Por ello, cada vez más organizaciones animan a hacer una mejor gestión de los productos alimentarios. Para Juan Carlos Insa, de la Unión de Consumidores (UCE), “no ha habido una campaña de concienciación que se haya prolongado en el tiempo, más allá de algo puntual”. Aboga por informar de las “ventajas para el bolsillo de hacer consumo responsable y desde el punto de vista ético de no derrochar comida”. Máxime, indica, “ante la situación de necesidad que hay ante la crisis que hemos sufrido durante los últimos años”.

Insa urge a una concienciación de los consumidores y supermercados. Los hogares son responsables de casi la mitad de los alimentos que se tiran al año (42%), por no consumirse al llegar a la fecha de caducidad o por mala conservación de los mismos.

A su vez, desde la UCE abogan por premiar a las empresas que den destino a esos productos o gestionen mejor sus estocs, para evitar que se echen a perder por estar a punto de caducar o no haberse vendido, con ventajas fiscales o publicitar sus buenas prácticas, y animar a consumir en establecimientos que hagan una buena gestión en este sentido.

A su vez, Compromís ha pedido esta semana al Gobierno medidas para evitar que se despilfarren alimentos y ha preguntado por las acciones en marcha. H