Llevan años subiendo cada mañana la persiana. Conocen a cada cliente por su nombre. Saben dónde vive, sus gustos y preferencias. Son los comercios de proximidad, los de barrio, los de toda la vida. Su historia es de resistencia y fidelidad al oficio. Pero en tiempo de franquicias, grandes superficies y gigantes del comercio electrónico, su supervivencia peligra. Y para muchos la pandemia ha sido la puntilla. Pero no todo está perdido. De las crisis siempre surgen oportunidades y 70 pequeños comerciantes de la capital se han unido a la plataforma Cistella, una especie de Amazon de soca, donde los clientes pueden comprar en las tiendas de la ciudad sin necesidad de salir de casa.

Conscientes de que el salto al mundo digital resulta demasiado grande para buena parte de los pequeños comercios, el Ayuntamiento de Castelló decidió ponerse manos a la obra. Y a mediados del pasado diciembre activó Cistella. «Era un proyecto de legislatura, pero la pandemia lo ha acelerado», resume David Donate, concejal de Innovación Comercial, que destaca que el consistorio se hace cargo durante tres meses de los costes que para la tienda supone estar en la plataforma.

La idea de aglutinar a los pequeños comercios de una ciudad en una plataforma digital no es nueva. En la provincia, por ejemplo, ha habido iniciativas parecidas en Vila-real, Benicàssim, Burriana o Nules, aunque no han tenido el resultado esperado. Lo que diferencia a Cistella del resto (y ahí está uno de los secretos de su éxito) es que una empresa se encarga de toda la logística: de informar a los comerciantes, hacer fotografías de cada producto y subirlas a la app y la web, recepcionar los pedidos y, finalmente, ir a cada tienda a buscar los artículos y entregarlos al cliente final.

Y, ¿cómo funciona Cistella? El esquema resulta muy sencillo. El cliente entra en la web (cistellacastello.com) o en la aplicación móvil, echa un vistazo a lo que necesita y empieza a comprar. Tiene más de 2.000 productos donde elegir, desde pescado, carnes, frutas, pan, plantas, ropa y complementos, cosmética o artículos eróticos. Llena la bolsa de la compra y, al día siguiente, se lo llevan a casa. Todo en un mismo pedido.

1,20 € en gastos de envío

Otra de las claves es que el envío solo cuesta 1,20 euros (da igual que se adquiera un solo producto o veinte) y en cuestión de horas la compra está en casa del cliente, viva en el caso urbano de Castelló, en el Grau o en cualquier urbanización o barrio periférico. Los primeros balances muestran que la web ya ha recibido más de 469.000 visitas y 1.500 usuarios se han descargado la app. «En estos momentos hay 70 comercios que se han unido a la plataforma, pero la previsión es que a principios de febrero sean 100», añade el edil de Innovación Comercial. Y eso tan solo es el principio. El objetivo es que en los próximos meses se unan muchas más tiendas.

Rosalía Bádenas es una de las pequeñas comerciantes que, desde el minuto cero, creyó que debía vender en Cistella. Gerente de RB Congelados, con parada en el Mercado Central desde hace 51 años, asegura que estar internet les permite llegar a clientes que, por horario o falta de costumbre, nunca compran en el Mercado. «Mi hijo se ha incorporado a un negocio que fundó mi padre y él es quien nos ha animado a estar presente en redes sociales y a vender on line. El grueso de nuestras ventas es presencial, pero las digitales suman. Y lo importante es sumar».

Precisamente eso, captar a los jóvenes, es el gran reto al que se enfrentan los mercados centrales. Y la plataforma Cistella pude ser el mejor escaparate. «Es una manera de abrirnos, de llegar a los jóvenes», cuenta Juan Carlos Benedito, propietario de la parada Salazores y Mariscos Juan Carlos, mientras prepara un pedido on line de bacalao y anchoas. «Este es un proyecto chulísimo que nos da la oportunidad de entrar en el comercio electrónico, algo que de manera individual no hubiéramos podido hacer», explica Rosalía Queral, propietaria de la parada Rosalía Frutas y Verduras.

Carnicería Raquel lleva más de tres décadas en el Mercado Central y pese a que cuenta con una clientela fija tampoco ha querido pasar la oportunidad de estar presente en internet. «Llevamos muchos años llevando el producto a domicilio, pero Cistella nos da la opción de que nos conozcan más gente, incluso clientes de fuera de la ciudad», argumenta su propietaria, Raquel Andreu.

Alfonso Porcar, de Pollos Porcar, es de la misma opinión. «Yo tengo una clientela fija y también, al estar en pleno centro, gente que está de paso. Con esta plataforma lo que pretendo es que me compren familias que habitualmente no vienen al centro», dice el gerente de esta emblemática pollería del centro de la capital.

¿Por qué apoyar lo local?

Aunque buena parte de los comercios que están en Cistella son de alimentación, a la plataforma también se han unido negocios de fotografía, moda, parafarmacia o floristerías. David Moral y Silvana Chabrera regentan Muscari, una tienda de flores ubicada en pleno corazón de la ciudad, en Santa Clara. «Las tiendas del centro nos estamos yendo abajo. A la gente joven les digo que, antes de comprar, piensen que no solo existe Amazon y que si entre todos no apoyamos al comercio local luego nos lamentaremos», reflexiona Moral, que cree que Cistella aporta visibilidad a las tiendas.

Apostar por el comercio de la ciudad es lo que también pide Charo Broncal. Es la propietaria de la boutique Charo’s, en la calle Colón, y además presidenta de Castelló Centre Comercial. «Todos los inicios son duros, pero lo que está claro es que el pequeño comercio tiene que estar en internet. Y el cliente debe apoyarnos».

Hasta que nació Cistella, y según los datos que maneja el ayuntamiento, ocho de cada diez tiendas no tenían presencia en la red. Kinplaer, dedicada a la venta de productos eróticos, es la excepción que confirma la regla. Inma Molina, su propietaria y presidenta de la asociación de comerciantes del Raval, siempre tuvo claro que había que estar en la red. Y también está en Cistella. «Individualmente el comerciante poco puede hacer, pero si nos unimos la cosa cambia. Es brutal que una plataforma le de al cliente la posibilidad de comprar desde una barra de pan a unos zapatos o un lubricante», sentencia.

Raúl Babiloni, de Enclave Moda, también cree que la unión hace la fuerza. «Habrá muchos que se quedarán por el camino, pero no nos rendirnos. Cistella es una gran oportunidad. Nuestra batalla es la venta presencial, pero la on line también suma. Es un granito más ».