Hemos llegado a la segunda quincena del mes de marzo y las gentes de Castellón vuelven a mirar a sus propias ermitas. Con el especial cariño de siempre.

SANT JAUME. Algo en mi propia memoria, me hace comenzar esta narración periodística, por la ermita de Sant Jaume de Fadrell, cuyo lugar ya está fechado en su aparición documental en el año 1178 y documentado como Khadrel, con el nombre del Rey Alfonso II de Aragón. La vieja alquería fue ya habitada por los romanos y los árabes.

En la época siguiente, el rey don Jaime I fue quien hizo entrega de la propiedad de la ermita a la Orden de Calatrava. Desde entonces, han sido muchísimas las reformas y cambios en el edificio. Las últimas fueron las de 1983, año en el que, bajo la dirección de los muy castelloneros Ramón Rodríguez Culebras y Paco Segarra, allí se instaló el Museo Municipal de Etnología, inaugurado el 25 de julio de 1985.

ERMITA MAGDALENA. Está escrito que fue en 1252 cuando se fundó la nueva ciudad de Castellón. En lugar de la ermita, el Castillo se comenzó a documentarse como el Castell Vell, dadas las precarias condiciones que tenía. Y se fue derribando. Tan solo quedó en pie su antigua capilla. En una excursión que hace poco tiempo hicimos los miembros del Consejo Municipal de Cultura, encabezada por Miguel Ángel Mulet, con nuestras parejas o familiares, el reverendo don Josep Miguel Francés Camús, nos explicó que la primera referencia documental que se tiene es la de una Procesión de Penitencia que efectuaron los castellonenses en 1375. Cincuenta años después, un fraile del Monasterio de Santes Creus, conocido aquí como el frare barbut y de nombre real Antoni, inició la construcción de la actual ermita de la Magdalena, en un lugar distinto a las anteriores construcciones. Estructurada en dos naves paralelas separadas por arcos, el religioso dedicó sendos altares, tanto a la Magdalena como a San Benito, el fundador de su orden monástica.

Lo cierto es que, después de varios vaivenes en el edificio, en 1758 es cuando se reconstruye por completo, y en 1988-89, todo queda restaurado empezando por los muros exteriores. Y el altar mayor luce una hermosa pintura sobre tabla, realizada por el pintor Juan Bta. Porcar, con la curiosidad de que de la misma rama familiar, es el actual concejal de Ermitas, Enric Porcar.

BASÍLICA DEL LLEDÓ. La existencia de la iglesia de Santa María del Lledó data desde 1375 y pronto fue centro de peregrinaciones, de Castellón y de la provincia. Se trataba de una sola nave, con portada de piedra, arcos góticos y cubierta de madera a dos aguas. En 1559, se fundó la primera Cofradía del Lledó. La primera imagen pasó a exponerse desde 1638 en el interior de una hornacina practicada en el pecho de una Inmaculada. La actual imagen es obra de Tomás Colón. En el siglo XVIII comienza a funcionar la actual Cofradía, construyéndose una casa junto al templo y ya se convierte en el mayor templo rural del País Valenciano. La fiesta del Lledó se celebra desde 1912 el primer domingo de mayo. Y en 1922 el Papa Pío X la declara como Patrona Principal de la Ciudad de Castellón.

De 1958 es el monumento a Perot de Granyana y, poco después, ya es trasladada cada año a la ciudad para la celebración de las fiestas del Centenario de la Santa Troballa. El Papa Juan Pablo II, la declara como Basílica.

CENSAL. La ermita de Sant Isidre y Sant Pere, toma el sobre nombre de la partida huertana de Censal y cuida de ella la Cofradía de Labradores. En 1972 aparece un retablo dorado que se encuentra en Santa María.

El ermitorio fue habilitado como hospital en 1892 y en 1972 la ermita fue cedida a las Entidades Agrarias de Castellón. La Fiesta principal de Sant Isidre se celebra casi siempre el domingo inmediato posterior al 15 de mayo.

También la ermita de Sant Josep se inauguró en la partida de Censal en junio de 1689. Pensada en algún momento como ampliación del Museu Municipal d’Etnología, conserva la tipología de las antiguas construcciones de la huerta castellonense. Se convirtió en Sant Josep de l’Olivera.

SANT ROC. Hubo dos ermitas dedicadas a Sant Roc del Plá, de la que ya no quedan huellas, y la muy popular después Sant Roc de Canet. El 24 de enero de 1651 comenzó a construirse, como un signo de veneración al santo por generosa y consecuente protección en época de pestes y otras epidemias malignas.

El día de la Magdalena, es el escenario de una parada ritual de la Romería de les Canyes, con intervención en muchísimas ocasiones de la Colla Pixaví.

DE LA FONT. Se levanta en el paraje del Algepsar, en la partida de la Magdalena, ya cerca del término municipal de Benicàssim. Es la última de las ermitas del Caminás, desde Castellón.

SANT FRANCESC. Los parajes de esta ermita han adquirido el carácter de mitológicos entre los castellonenses. Según la leyenda fue un día de Sant Francesc cuando partieron desde el Molí la Font el gigante Tombatossals i la seua Conlloga a la conquista de las Islas Columbretes. A su regreso, visitaron la ermita de Sant Francesc. Y está escrito que la ermita se documentó en 1748. El Ayuntamiento restauró por completo sus muros en 1982. Las fiestas mayores se celebran en torno al 12 de octubre con danzas, porrat y homenaje a Tombatossals y solemne procesión, al mismo tiempo, con la imagen de Sant Francesc hasta el Molí la Font.

SANT NICOLAU. Se trata de la ermita urbana de la calle de Alloza, antigua mezquita de los moros de Castellón. En 1535 los musulmanes de la ciudad recibían instrucción religiosa en su mezquita, convertida en iglesia bajo la advocación de Sant Nicolau de Bari, por eso su fiesta se celebra en 6 de diciembre de cada año con gran alborozo.