En la vida de los Aldás, padres, hijos, hermanas, siempre se ha tenido como un ser de gran eco y de importancia política a un ilustre abogado de l’Alcora, que fue diputado en Cortes y acabó como gestor en algún tiempo de la muy famosa fábrica del Conde de Aranda. Se trata de Cristóbal Aicart Moya, que nació en 1851. Ya licenciado en Derecho, estuvo en el llamado Partido Fusionista y llegó a ser el presidente provincial de los Liberales de Castellón en el tiempo aquel de los Cosieros y los Anticosieros del que tantos especialistas han escrito, fundamentalmente Manuel Martí (Nel.lo), describiendo quienes eran los ilustres caciques y los pintorescos patricios, artesanos radicales, médicos, eclesiásticos y periodistas de mucho vuelo, propietarios y labradores, políticos, en fin, con aspiraciones de medrar, casi siempre de mandar, en muchas ocasiones de servir al pueblo y sus ciudadanos. Eso hay que destacarlo también. Hay que completar la ficha recordando que Aicart fue presidente de la Diputación Provincial entre el año 1910 y 1912, incluso gobernador civil interino, aunque puede que él de lo que más presumía era de haber sido un estrecho colaborador de un personaje de la alta política de nivel nacional como fue Vicente Cantos Figuerola.

CONDE DE ARANDA // En ese primer epígrafe de la página, falta recordar lo que ahora digo: Que una hija suya, María Aicart, se casó en l’Alcora con otro personaje de cierto relieve. Se trata de Tomás Aldás Conesa (1880-1965), un músico-pianista que figura en el listado de músicos valencianos de Adam Ferrero, quien habla de Aldás como prestigioso catedrático del Conservatorio, del que llegó a ser director, y que es autor de varias obras muy interpretadas y dos zarzuelas --El Matador y La Virgen de la Buena Guía--, que se estrenaron en el teatro Ruzafa de Valencia. Bueno, pues consecuencia de las gestiones y el buen hacer del primer Aicart, tanto a María como a su esposo Tomás Aldás les tocó vivir la última --¿o será penúltima?-- etapa de la real Fábrica del Conde de Aranda, que un día creara en l’Alcora el llamado Pedro Pablo Abarca de Bolea y que llegó a manos de los Aicart ya en el declive de la industria, cuando el máximo responsable era José Rafael Fadrique de Silva Fernández de Hijar y Rebolledo de Palafox Abarca de Bolea y Croy, el XIV Conde de Aranda.

Bueno, pues después de lo dicho, el descendiente Cristóbal Aldás, fue propietario de la tienda de artículos eléctricos y de regalos en la calle de Enmedio, tenía un cierto buen gusto para el arte, especialmente la música, y tocaba muy bien el piano, de oído.

LA VIDA// El inquieto Cristóbal Aldás Aicart nació en Valencia el 7 de julio de 1912, después que lo hiciera su hermana Maruja y antes que las otras dos hermanas, Teresa y Conchita. Los cuatro acabarían casándose, emparentando con notables familias. Desde muy niño, Cristóbal pasó largas temporadas en l’Alcora y en Castellón, donde terminó el bachillerato. Sus padres le empujaron para que estudiara Medicina, hizo dos cursos en Valencia y al final desistió. Prefirió estudiar Magisterio en la Escuela Normal de Castellón. También hizo oposiciones y de alguna manera tuvo siempre una plaza de funcionario del Estado, desempeñando una singular labor en la Fiscalía de Tasas de Castellón, donde conoció a la profesora mercantil Eloísa Oliver Fernández, con la que se casó. Hubo una época en la que, como maestro, dio clases en l’Alcora, en el colegio l’Illa del Grao y en la academia Akademos de la calle de Caballeros, donde impartió clases de matemáticas y física y química. La boda entre Eloísa y Cristóbal tuvo lugar en la iglesia Mayor de Santa María en 1945. El matrimonio instaló su vivienda en un piso de la calle de Alloza. Tuvieron tres hijos, dos chicas y un chico, Eloísa (María Elo), Mari Carmen (Mey) y Cristóbal (Coto). Él se manifestó siempre como un cocinero especialista de la paella, criaba canarios, le gustaban la caza y la pesca y tenía pasión por la bicicleta. Fue famosa su pandilla.

CALLE ENMEDIO. IMPARES // Aquella calle junto al mágico espacio abierto de la Puerta del Sol donde la ciudad recibía a sus visitantes, la legendaria vía urbana que por algo se llama de Enmedio, empezaba por la tienda de Tejidos Nicolau, que ‘sostenía’ al hotel Suizo y acompañaba al hotel Oriente, con sus populares limpiabotas. A su lado, Casa Loste que después fue la pastelería Moya, con Tejidos Benazet a su lado y, enseguida la tienda de regalos y material eléctrico de Cristóbal Aldás. La consulta de un prestigioso dentista y el muy considerado Hogar de la Moda, con los Llombart y los Bellido. La librería Ares de Domingo Casañ y el gran edificio de la calle con sus cinco balcones, con entrada a los locales de la Cámara Agrícola, en cuyo bar tenía Bernat Artola su tertulia. También había un despacho de lotería, El Capricho, de Luis Roca y una pastelería, regentada por los Flors, junto a El Carmen de los d’Amato y cerrando el tramo a la calle O’Donell con la papelería La Gavina de los hermanos Enric y Eliseo Forcada con sus tertulias y tantos suspiros culturales de Castellón.

CALLE ENMEDIO. PARES // Comienza la calle con el Casino Antiguo, cuyo edificio quedaba fuera de la antigua muralla, siendo entonces la primera casa la de Muebles Pachés. Después, el legendario Serrano el Civilet con la ‘Peña Alegría’. Su hijo era el futbolista Luis Serrano, que alcanzó cierta notoriedad en el balompié español. Le seguía la barbería Olympia, con sus varios sillones y su prestigio en la época. Y, al lado, El Capri, con aquel Nini que vino de Italia para albergar en su local a las más jóvenes y atrevidas tertulias. Hoy ha vuelto a recuperar allí su espacio en la calle el ingeniero Alfredo Viciano, al adquirir un tan hermoso y centenario edificio. A su lado, un establecimiento con zapatos para la infancia. En alguno de aquellos edificios vivió la familia de Alfredo Dealbert Chapete. Vivía a continuación con su familia el coronel Andrés Villaescusa, que fue destacado presidente de la Cruz Roja. En los bajos, desde la farmacia Rebullida hasta el establecimiento de los Montesinos, con Willy. Y enseguida, la panadería de los Viciano Punxabases, un fotógrafo, la consulta de un médico --otro Serrano Civilet-- especialista en enfermedades venéreas, con una sombrería, una pequeña tienda de lencería y en la esquina con la calle Josep Pascual Tirado, lucía la bella tienda del Pilar. H