Las festes de carrer, que forman parte de la idiosincrasia más tradicional y son seña de identidad de la ciudad de Castelló, congregan a más de 20.000 personas al año en el total de las 15 festividades que se celebran. Una programación que se desarrolla en varios barrios, principalmente del centro, y que mantiene, con vocación integradora y de hermandad entre los vecinos, estas fiestas que ofrecen diversos actos lúdicos y también religiosos.

El nuevo ciclo ya ha dado comienzo con la celebración de las fiestas de Santa Bárbara, una de las más activas y con mayor participación que tienen lugar precisamente este fin de semana.

LA BALMA Y SANT ROC DEL RAVAL // Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de las respectivas comisiones organizadoras de cada una de las festes de carrer, la falta de relevo generacional se ha convertido en un hándicap difícil de superar. De hecho, dos de estas 15 fiestas, viven sus horas más bajas y ya han sufrido los estragos de la deficiencia de gente joven decidida a coger las riendas de esta costumbre de Castelló. Se trata de las festividades en honor a la Virgen de la Balma, prevista para el último domingo de septiembre en el calendario de festes de carrer, y de la que rinde tributo a Sant Roc del Raval --a finales de este mes de octubre--. En la actualidad, y debido al envejecimiento de las personas encargadas de su organización y la falta del interés juvenil, los festejos se limitan a una misa en la iglesia Sagrada Familia y en Los Carmelos respectivamente. Muy diferente de antaño cuando la imagen de estos dos santos recorrían el barrio en procesión con la participación de gran parte de los vecinos.

ESFUERZO MUNICIPAL // Por su parte, el Ayuntamiento de Castelló también suma su esfuerzo al de los vecinos por sacar esta tradición adelante y en el 2017 decidió ampliar las ayudas a las festes de carrer. Pasaron de los 1.050 euros que se destinaban hasta entonces a los 1.500 actuales para apoyar la organización de varias actividades de interés general y de carácter festivo, lúdico o religioso.

No obstante, el consistorio ha potenciado la necesaria burocracia administrativa para la petición de permisos y gestiones necesarias con el fin de poner en marcha dichos actos y que, en muchas ocasiones, resulta tediosa y laboriosa para los vecinos. Esta situación hace que, en algunos casos, este proceso sea cansino para los organizadores y, a buen seguro, puede influir en la decisión de organizar menos actos con motivo de estas celebraciones.

Por el momento, Castelló sigue disfrutando de esta tradición.