Acabada la jornada laboral en un taller de reparación, Vicente prácticamente se arranca el mono de trabajo para enfundarse un pantalón corto y una camiseta de lycra y salir pitando hacia la playa del Gurugú de Castellón. No acude solo. Le acompañan Juanjo y Lourdes. Allí, tres veces a la semana, borran el estrés del día y durante sesenta minutos se entrenan en primera línea de mar. No le hacen ascos a ningún deporte. Practican running, ciclismo, juegan a pádel y acuden al gimnasio... Pero, claro, en verano el mejor gimnasio está en la playa. Ellos lo saben y como ellos decenas de aficionados al deporte.

Desde hace unos años en las playas de Castellón se atisba una actividad fuera de lo común. Un simple paseo, cualquier día de la semana a partir de las siete de la tarde, basta para comprobar cómo decenas de individuos corren por la arena, practican paddle surf, juegan a fútbol o voley, hacen flexiones en hamacas o incluso practican extrañas posturas en el mar ¿Es que se han vuelto locos? Sí, pero locos por el deporte playero. Se acabó eso de tumbarse a la bartola cada verano con la peregrina excusa de que hace calor. Ahora, lo que se lleva es apañárselas para seguir esculpiendo el cuerpo durante la temporada estival. Y, claro, la playa es el mejor escenario.

Las playas de la capital incluyen varios reclamos deportivos por parte del Ayuntamiento, desde yoga, aquafitness, zumba, taichí o la última moda, el kangoo power. A la muchos ese vocablo les sonará a chino pero se trata de uno de los ejercicios de moda. Se practica sobre unas botas que rebotan sobre cualquier superficie y en Castellón cuenta con una legión de seguidores, sobre todo femeninas. «Todas estas actividades que se ofertan durante los meses de julio y agosto en el litoral de Castellón son gratuitas y no es necesario inscribirse previamente», aclaran desde el Patronato Municipal de Turismo.

Otra de las actividades que cuenta cada año con más adeptos es la escuela municipal de voley playa, que organizan el Club Volei Mediterraneo y el Club L’Illa Grau. «La escuela municipal está dirigida fundamentalmente a niños en edad escolar y hasta cuarto de la ESO», explica Obán Vázquez, de l’Ila Grau. Además de los alumnos de la escuela municipal (van a clase dos horas a la semana a un precio de 40,60 euros todo el verano), en la playa del Gurugú entrenan también los miembros del equipo de l’Illa que luego van a competir. «En total hay seis campos de voley y muchísima gente practicando este deporte. Lo cierto es que todas las tardes, a partir de las 19.00 horas, hay un ambiente muy bueno», sentencia Vázquez.

En municipios como Benicàssim, Peñíscola o Vinaròs la oferta municipal también es amplísima y quienes acuden a la playa a primera hora de la mañana o a última de la tarde ya están más que acostumbrados a ver grupos de personas (hay más mujeres que hombres) haciendo ejercicio en el agua o en la arena. Durante el mes de julio, quienes practican disciplinas como el aerobic o aquagym suelen ser residentes. En agosto se unen los turistas.

También los hay que van por libre. Y cada vez se ven más sesiones grupales de crossfit (un sistema de entrenamiento con ejercicios funcionales de diversas disciplinas que potencian desde la fuerza a la flexibilidad) y de bootcamp (que viene a ser como un entrenamiento militar para civiles, que arrasa para quemar calorías y ponerse como un toro).

El antes y el después del enganche multitudinario al deporte playero pasa por las redes sociales. Y Whatsapp manda. «Antes de venir a la playa a hacer deporte suelo mandar mensajes a los amigos y les pregunto si se apuntan. Salir a correr acompañado es más entretenido», explica Vicente, que siempre consigue arrastrar a sus colegas.

UN NEGOCIO QUE VA A MÁS

Hace años que el deporte ha conquistado las ciudades. No hay barrio sin gimnasio ni ronda de circunvalación sin corredores, ciclistas o patinadores. Pero el fenómeno del ejercicio playero es bastante más reciente. Un ejemplo. Hace cinco años el número de empresas que en Castellón ofertaban deporte en la playa podían contarse con los dedos de la mano. Hoy son decenas.

Costa Azahar Watersports es una de ellas. Desde hace cuatro años imparte clases de paddle surf y kitesurf en Orpesa. «Nos dedicamos a hacer cursos, alquilamos material y también organizamos travesías», describe Andrés Reid, monitor y gerente. El plato fuerte de la empresa es el paddel surf. «Es un deporte que puede practicar todo el mundo, desde un niño de ocho a una persona de 80. Además no es complicado, es asequible y tiene muchísimos beneficios, ya que ejercitas todos los músculos del cuerpo», añade Reid, que asegura que la demanda crece año tras año. «Cada año tenemos más alumnos y más aficionados que nos alquilan o compran cometas, tablas, chalecos. El auge del deporte en la playa es clarísimo», sentencia.

Ambientazo a las siete

Los horarios más populares de práctica son de ocho a nueve de la mañana (antes de trabajar o antes del sol abrasador) y al caer el sol. A las siete de la tarde de un martes, un jueves o un viernes resulta alucinante recorrer las distintas playas de la provincia y comprobar la gran cantidad de partidos, juegos y sesiones que se practican simultáneamente, en medio de una gran camaradería. Porque el deporte es sinónimo de compañerismo. Para practicar algunos deportes basta con sumarse al juego o acudir con otros practicantes conocidos; en otros, hay entrenadores, horarios y organización. Pero siempre en la arena. Si todavía no lo ha probado, aún está a tiempo. Todo son ventajas. Dicen los entendidos que no hay mejor lugar para adquirir el hábito de hacer deporte que un arena, y que haciendo ejercicio en la playa se queman el doble de calorías, debido, entre otros factores, a la resistencia de la arena. ¿Se anima? H