Los populares no solo no se recuperan de la debacle electoral vivida en este 2019, sino que tampoco parecen capaces de rentabilizar el hundimiento que se augura para Ciudadanos (Cs) cara a los comicios generales del 10 de noviembre (10-N), que sí beneficiaría a Vox, especialmente en la provincia de Castellón, circunscripción que aportaría a la formación de ultraderecha los apoyos que le permitirían consolidarse como tercera fuerza en este territorio y en la Comunitat.

La formación naranja que preside Albert Rivera, sufriría la mayor caída en la repetición electoral, ya que en Castellón perdería su único diputado (Sandra Julià), dado que solo obtendría el 6,9% de los votos (en los comicios de abril logró más del 16%), pasando de ser la tercera fuerza a la sexta. Lo mismo ocurrirá en la Comunitat, donde podría perder 4 de sus 6 diputados y se quedaría con 2, según los datos que proporciona la a encuesta elaborada por Invest Group para Mediterráneo, Levante EMV e Información, como ya publicó este diario.

La oportunidad que representa esta proyección de resultados de Cs para el PPCV que dirige Isabel Bonig pasará, según el sondeo, de largo, ya que este obtendría en la provincia apenas el 22% de los apoyos, el 1,62% más que en abril, cuando sufrió un descalabro generalizado. Un pobre resultado si se tiene en cuenta, además, que tampoco será suficiente para recuperar un segundo escaño en Madrid, sino que tendría que conformarse con un único asiento, que ocuparía Óscar Clavell, quien repite como número uno en esta ocasión por Castellón. En el ámbito autonómico, el PPCV sí lograría incrementar el número de sus representantes en la Cámara Baja, ya que pasarían de 7 a 8 escaños --con el apoyo del 22,4% de los votantes- , solo gracias al empuje de Alicante, único territorio en el que el partido ha logrado conservar la alcaldía de la capital y la Diputación, frente a la situación en Castellón y Valencia, donde las principales instituciones están en manos de las formaciones de izquierda.

ESFUERZOS BALDÍOS

La formación de Bonig, que en Castellón preside Miguel Barrachina; en Valencia sigue en grave crisis (solo aparentemente soterrada) con una gestora que parece ya eterna; y revive en Alicante bajo la influencia del presidente de la Diputación, Carlos Mazón, y el alcalde de la capital, Luis Barcala (ajenos a la órbita de la valldeuxense) ha hecho esfuerzos baldíos por tratar de pescar en el caladero de votos de los naranjas. La presidenta del PPCV no ha virado en su discurso hacia la moderación, como sí hizo Casado para tratar de seducir a los seguidores de Rivera, sino todo lo contrario, lo que parece que vuelve a perjudicar a los populares sin conseguir frenar a Vox, lo que complica las cosas a Bonig.

Mientras, son los de Santiago Abascal los que tienen números para acabar con un balance más que positivo. De hecho el partido de ultraderecha no solo asegura sus resultados de abril, sino que incluso crece ligeramente. En Castellón pasaría a ser la tercera fuerza política y recibiría el 12% de los votos (en las generales del 28-A obtuvo el 11,9%).

Con estos mimbres, podría lograr un asiento en Madrid, en la persona de Alberto Asarta, que arrebataría a Unidas Podemos, ya que la encuesta de Invest Group le otorga entre 1 y 0 diputados. Ese escaño es el que le permitiría pasar de tres a cuatro en el conjunto de la Comunitat.