Don Paco Roca, tan popular entre los miembros de la Real Academia de Cultura Valenciana, a la que pertenece desde 1984, fue nombrado en su pueblo, Torreblanca, Cronista Oficial en 1972. Dos años después, en 1974, la Corporación Municipal y con gran solemnidad lo encumbró a Hijo Predilecto de Torreblanca. Por aquel entonces ya gozaba de buenas relaciones con la Sociedad Castellonense de Cultura y su erudición le permitió publicar trabajos de investigación histórica en el mágico “Boletín”, que tan buena acogida tuvieron en todas partes, España y varios centros culturales de Europa y América.

No es extraño que, en los años ochenta y para nuestra publicación Castelló, Festa Plena, mis compañeros, tanto el profesor Sánchez Adell como el periodista Paco Pascual, delegaran en mí para que hiciera una visita y le pidiera un trabajo original sobre Torreblanca y Torrenostra para el número de Verano de 1988, cuando íbamos a titular aquel ejemplar como una antología del Viajar por tierras de Castellón.

Él tenía la costumbre de explicar en voz alta, potente y firme, las características de su enclave vecinal, del que tanto sabía. Recuerdo que me citaba muy a menudo los altozanos de Villanueva d’Alcolea y la romanización --lejos todavía la idea de un aeropuerto-- antes de hablar de su pueblo, del que era Cronista Oficial.

TORREBLANCA // Cuando se le preguntaba por Torreblanca, él volcaba todo su entusiasmo y su saber al contestar:

-- “De viaje por nuestras tierras, ascendiendo por la cuesta de Oropesa desde Castellón, retomemos el camino de Les Torres para enlazar con el que todavía se conoce como el Camí dels romans hacia los llanos de Alcalà. Es la vieja senda que dejaba al Este la zona pantanosa del estany y que alcanzaba el Prat-Plá de Cabanes y Torreblanca…”

Sus palabras tenían el tono y el matiz de una histórica guía del caminante. Yo no perdía detalle:

--“Entre Sagunto y Peñíscola debió situarse la laguna o marisma de los Nácaros, añadiendo que en el centro de aquel lago, había una fertilísima isla poblada de olivos centenarios, consagrada a Minerva. Eran tierras cuyos pobladores las propiciaron en su litoral a fenicios, griegos y romanos, que aprovecharon pequeños embarcaderos en la playa Romana de Alcocebre, Cap i Corp y Torre de la Sal. Entre los varios pobladores que aquí vinieron, a través de la senda íbera, les permitió acercarse a la costa por donde sacaron el vino y el aceite, trigo, frutos secos, esparto, lino…”.

--Perdone, don Paco que insista en ello, pero Torreblanca…

--“Espera, espera. Torreblanca vigilaba la costa y cuidaba el paso por la senda que subía desde Oropesa hasta Alcalà de Xivert”.

Vale, vale. Todo queda claro.

LA VIDA // Hijo de Francisco y Elvira, él fundador como maestro del colegio Herrero de Castellón y Teniente de alcalde del Ayuntamiento, nació Francisco Roca Traver en Torreblanca el 19 de agosto de 1921. Tuvo una hermana, Elvira como la madre, que acabaría contrayendo matrimonio con el prestigioso gestor administrativo de Castellón, Rafael Beltrán Cervelló. En la popular Escuela Herrero castellonense, asistió el muchacho rodeado de alumnos y profesores muy significados. Y en el Instituto de Enseñanza Media, antes de que recibiera el nombre de Francisco Ribalta, hizo el bachillerato, alcanzando un Premio Extraordinario. En Valencia se licenció en Filosofía y Letras, sección Historia, recibiendo también un Premio Extraordinario en la convocatoria de 1942. Dos años después recibió el Cum Laude al hacer el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, en junio de 1944. Por oposición, desempeñó el cargo desde 1943 hasta el 50 como profesor en la Facultad de Historia de la Universidad de Valencia. Y ya desde 1953 hasta su jubilación en 1987, ejerció como catedrático de Segunda Enseñanza por oposición en varios institutos. Mientras tanto, contrajo matrimonio en Valencia con doña Josefa Girbés Juan, el 2 de septiembre de 1958. Como no tuvieron hijos, don Paco tuvo mucho tiempo para investigar y publicar, además de asistir a varios congresos y participar en la Escuela de Estudios Medievales de la institución Alfonso el Magnánimo, adquiriendo prestigio.

PUBLICACIONES // Además de un Premio Extraordinario en el Certamen Literario de las Fiestas de la Magdalena de Castellón en 1952, con su publicación, pudo igualmente ganar durante los diez años siguientes, premios en los Juegos Florales de Valencia, con su edición correspondiente. En 1984 tomó posesión como Académico de Número de la Real Academia de la Historia; de Madrid. Ahora, en 2005, fue nombrado Académico de Honor de la Academia de Genealogía y Heráldica. Y en ese tiempo, fueron innumerables sus trabajos en publicaciones científicas. Con ese talante, también en Castellón recibió premios por sus estudios sobre el Archivo Municipal, El Mustaçaf de Castelló, Ordenaciones municipales de Castellón durante la Edad Media, así como un Cancionero Popular de la Villa de Torreblanca y Los Santos Patronos de Castellón, San Cristóbal y San Blas en el Boletín de la Castellonenca. Últimamente, la Diputación de Castellón le publicó dos libros: Aniversario del manicomio valenciano del Padre Jofre y también el titulado San Vicente Ferrer y el proselitismo.

TORRENOSTRA // Aparte de sus nombramientos de Hijo Predilecto y Cronista Oficial, Francisco Roca, siempre dedicado a la investigación medieval del Reino de Valencia, no ha descuidado nunca el abordar temas específicos de Castellón y especialmente de Torreblanca, ciudad de la que ha publicado su Cancionero Popular, El barreig de Torreblanca en 1397, Elenco de noticias de Torreblanca y algo que le tuvo siempre muy interesado, como La vida de arquitecto Rafael Guastavino Moreno y la Villa de Torreblanca, del que tanto ha escrito don Paco Roca.

--Y de Torrenostra qué, señor Roca. ¿Qué me dice...?

-- Mira, ya en 1896 Torreblanca solicitó de Madrid un embarcadero en su playa para exportar algarrobas, vino y naranjas. En 1935 solicitó una carretera turística entre Peñíscola y Oropesa pasando por la playa de Torrenostra. Hoy, el forastero se hace veraneante y aquí llegan familias de media España, porque la paz y la tranquilidad son notorias. Y es que campings y restaurantes completan la oferta, con la variedad de su cocina, tan peculiar. H