El pueblo de Cabanes, de unos 3.000 habitantes, está situada sobre un pequeño altozano desgajado de la Serra de les Santes, frente al extenso Pla de l’Arc. Esta planicie recibe su nombre por levantarse en ella un arco considerado como uno de los más importantes monumentos romanos de la Comunitat. Por allí pasaba la Vía Augusta, la gran ‘carretera’ que atravesaba nuestra provincia de Norte a Sur, siguiendo el litoral mediterráneo, con origen en la mismísima Roma y final en Gades (Cádiz). A lo largo de ella se localizaban villas, santuarios y lugares singulares, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días.

Afortunadamente este es el caso del Arco Romano de Cabanes, que todavía se levanta majestuosamente a poco más de dos kilómetros de la localidad, en la actual carretera CV-157. Según la ‘Gran Enciclopedia de la Región Valenciana’ se trata de un “arco simple formado por un pórtico arquitrabado superpuesto a una puerta arqueada de un solo vano. Sobre dos pilastras áticas con molduras en las impostas y plintos, que se levantan sobre sendos basamentos cuadrangulares, se apoyan las dovelas de medio punto, que son de granito”. Pese a que la ausencia de inscripciones en el arco dificulta conocer la fecha exacta de su construcción, todo apunta a que su origen se remonta al siglo II después de Cristo.

Las dimensiones del Arco Romano de Cabanes

EL arco tiene una altura de 5,80 metros, por 6,92 de ancho, y en uno de sus pilares se inscribió el escudo del Reino de Valencia en fecha indeterminada, declarándose Monumento Nacional el 3 de junio de 1931. De hecho, la imagen inferior data del año 2006, cuando se celebraron 75 años de esta fecha, organizándose una procesión con la Virgen del Buen Suceso, que se trasladó hasta el monumento.

Sobre su origen, según relata José Soler Carnicer en el libro ‘Leyendas y tradiciones de Castellón’, desde donde se extrae buena parte de la información de este artículo, hay numerosas conjeturas. Ya en el siglo XVI el historiador Pere Antoni Beuter escribió en su Crónica, basándose en los textos de Tito Livio, que pudo haberse construido para conmemorar la victoria del Capitán Lucio Marcio contra los cartagineses en el año 210 antes de Cristo, en una batalla que tuvo lugar en este llano y de la que se salvó a duras penas Asdrúbal, huyendo a uña de caballo.

Según esta leyenda, los romanos levantaron este monumento para conmemorar el hecho. Se cuenta también que fue tal el empeño de los romanos que levantaron el imponente arco en una sola noche de luna llena. Así, al día siguiente las legiones romanas ya pudieron desfilar frente a él, ante la sorpresa de los lugareños, que no daban crédito a la velocidad en la que se levantó la construcción.

Sin embargo, estudios más recientes desmontan esta bonita leyenda. Su parecido con otros arcos norteafricanos y la semejanza de sus pilastras con lo que queda de un arco en Llíria, hace probable que la construcción se llevara a cabo en época de Adriano-Trajano, es decir, en la primera mitad del siglo II después de Cristo.

De lo que no cabe duda es de la antigüedad y ascendencia romana de la edificación, pues en el Pla de l’Arc se han encontrado monedas datadas de la citada época, puntas de flecha, lanzas, cerámicas, y hasta huesos humanos, como si en efecto se hubiera librado allí una gran batalla en la que aseguran hubo 37.000 muertos y 2.000 prisioneros. Chi lo sa.

Más datos del Arco de Cabanes

  1. En el año 2004 el Ayuntamiento de Cabanes elaboró el Plan Especial de Protección de la Senda de los Romanos y del Arco de Cabanes para su protección.
  2. El monumento se encuentra incompleto en la actualidad, ya que carece del cuerpo superior por encima del arco. Solo se conservan los dos pilares y el arco, mientras el entablamento y las enjutas han desaparecido, y en el que los únicos elementos decorativos son las molduras de las impostas y los plintos.
  3. Está construido con piedra caliza a base de sillares de granito unidos sin argamasa, del que se conservan los dos pilares cuadrangulares que incluyen cabezales y zócalos, con la base y la imposta molduradas, y sobre los que se apoya el arco compuesto de medio punto compuesto por catorce dovelas ubicadas radialmente en forma de cuña.

Fuente: 'Leyendas y tradiciones de Castellón', de José Soler Carnicer