Me pilla el inicio de la página, cuando estoy hojeando un librito que contiene el ‘Anteproyecto de un Plan de Ordenación y Urbanización de la Ciudad de Castellón de la Plana’, publicación municipal de 1926, obra del excelso arquitecto Vicente Traver Tomás, mucho antes de que fuera elegido alcalde de la ciudad, que por aquel entonces era don Salvador Guinot.

La obrita tiene una dedicatoria que me emocionó. Dice: «En record de aquell gran ingeni de Alonso de Arrufat, que va trazar y cuidar la edificasiò del lloch de Castelló». En el capítulo VI de la obra, titulado ‘Zona de ampliación’, se aclara lo siguiente: «Es la que debe establecer la relación y transición del interior a la zona de expansión o ciudad-jardín. Hay en ella iniciados núcleos de urbanización que pueden ser respetados. Está limitada interiormente por las rondas del Mijares y Magdalena y calles de San Roque, Sanahuja, Gobernador, Tárrega, Asensi, Herrero, Jover y Pi y Margall». En aquellos años, la ciudad de Castellón tenía unos 35.000 habitantes, y algo más de trescientos edificios, cualquier día de estos hará cien años de ello.

EXPANSIÓN. Entre las zonas de expansión, se habla de la cuadra del Saboner y del camino del cementerio al dels Mestrets y la vía férrea, citándose igualmente los puentes de hierro, iluminando todo ello la expresión de Ciudad-Jardín, y la sensación de que cualquier nueva calle puede abrirse sin necesidad de alinearse con las cercanas. La obligación de seguir las líneas y perfil de las existentes estaba en las carreteras de Morella, Alcora, Valencia, Barcelona y la del Mar.

Bueno. Ya estamos en el siglo XXI. Y los documentos me aclaran que don Vicente Traver Tomás fue alcalde de Castellón desde abril de 1939 hasta el año 1942. Y el plano que ilustra esta página del periódico está fechado como fin de obra, el mes de julio de 2013. Acompaña este texto: «Certificación final de obra del Proyecto Modificado nº 1, Zona Verde ZV QL/020, Sector 13-SUR del Plan General de Ordenación Urbana de Castellón de la Plana». También he sabido que, cuando los altos cargos municipales tenían dudas con el nombre que había que bautizar al enclave, hubo un concejal, Miquel Soler, también responsable del grupo Els Llauradors, que esgrimió sus recuerdos de cuando iba de excursión al entonces existente puente de hierro que sostenía a la vía del tren, el entorno era conocido como el Pont de Ferro. Y así quedó bautizado y nominado.

Allí estuve hace unos días, entre la avenida de Barcelona y la calle del Alcalde Eduardo Codina. Y el lugar me deslumbró. Me hizo recordar aquellas excursiones juveniles de Pascua por la larguísima calle de Segorbe hasta el conocido ‘sube y baja’ y el espectacular puente de hierro que sostenía la vía del ferrocarril.

El parque-jardín tiene varios espacios o sectores. Tal vez el central, la zona de los juegos de agua, con espléndidos surtidores que nacen a ras del suelo, con el agua de colores cambiantes cuando anochece y aquello constituye un espectáculo mágico.

Y es que en la historia del agua para uso humano en Castellón, hay un antes y un después de 1873, fecha de la creación de la Fomento. Para conmemorar los 125 años de su fundación, Fomento Agrícola Castellonens publicó en 1998 un libro que recoge la historia de la entidad.

LAS ZONAS. Hay en el parque una zona de varias pistas deportivas, un tanto independientes de las demás. Prácticas deportivas con balón, con pelotas, incluso con vehículos deportivos a pedal y otros aspectos.

PARA NIÑOS. También es encantadora la zona de juegos para niños, donde sin dejar de moverse, se estimula su capacidad de elección y siempre resplandece el deseo de pasárselo bien y su oportunidad de hacerlo.

Tienen mucho señorío tanto la zona de El Laberinto, como la de Las Pérgolas, lugares de encuentro, de reunión vecinal, un poco para el descanso de las personas mayores. Igualmente, son agradables tanto las zonas, propiamente la llamada El Jardín, como la de Los Frutales; con un pellizco gracioso de la zona de El Palmeral, así como el entorno perfectamente diseñado que se denomina plaza Soleada. También llama la atención la que está rotulada como La Pinada, que es fácil de asumir y comprender y agradecer sus características.

Nuevas experiencias en nuestras vidas nunca suelen llegar solas, siempre se nos aparece un paralelismo entre el tiempo pasado y las nuevas páginas del libro.

En realidad estuve en el parque porque allí se encontraba jugando la más pequeña de mis nietas. Sus padres la habían llevado allí para que se encontrara con otras compañeras de cinco y seis años.

En el entorno ciudadano del parque, no hay grandes edificios, ni siquiera aspectos de relumbrón. Me atrevería a decir que predomina el vecindario de agricultores y sencillos comerciantes. Lo cierto es que en aquel lugar que me encantó, me encontré tranquilo y feliz, agradeciendo como ciudadano el cuidado, el orden y el buen tono de aquel entorno, en el que está también cercano el estadio Castalia.