A cuatro meses de las elecciones del 26 de mayo y pese a que la campaña electoral no empezará hasta 15 días antes de esa fecha, la precampaña ya está en marcha en el seno del bipartito que gobierna Castellón. En las últimas semanas, PSPV y Compromís han sacado a la luz sus tensiones y van dando pasos en diferentes direcciones para desmarcarse de sus socios, intentando que esto no entorpezca la gestión. Una prueba de fuego para todas las partes a las puertas de los comicios. De hecho, ya han realizado su particular balance de la legislatura por separado. Nada de hacerlo como un equipo de gobierno unido.

Casi cuatro años después de la firma del Pacte del Grau que les permite gobernar con el apoyo de Castelló en Moviment, su relación con la formación continúa en un constante tira y afloja, y para lo que queda de mandato, no hay visos de que esto cambie. Vivienda y medio ambiente son sus principales demandas para seguir presionando, además del freno a la contaminación, en el que ayer volvieron a insistir.

El equipo de gobierno, empieza el año electoral con el principal desencuentro de la legislatura muy reciente, el que ha desembocado en el cese de la ya exvicealcaldesa de Compromís, Ali Brancal, con la abstención de sus socios socialistas.

Plan General

A partir de ahora, y con el último presupuesto municipal del mandato consensuado entre ambos y con el previsible apoyo de CSeM, previa aceptación de sus enmiendas, el nuevo Plan General puede ser uno de los principales motivos de fricción en las próximas semanas.

De hecho, lo ha sido la última semana, con un Compromís que urge al PSPV que lleve al pleno la resolución de alegaciones para blindar su modelo de ciudad y un PSPV que replica apelando al consenso y a «no colgarse medallas ni crear polémicas estériles», como recogió este periódico.

Retirada de la cruz

La retirada de la Cruz de los Caídos del parque Ribalta, que ya les dividió, podría volver a marcar distancias. Las diferentes velocidades de los partidos en este asunto acabaron con la delegación de las competencias en Compromís, que ha liderado esta iniciativa ante un PSPV escudado en la «legalidad» para no dar el paso. Si bien, dada la burocracia y los tiempos de la administración, pero también por ser una decisión polémica con efectos electorales difíciles de medir, es poco probable que antes de mayo se materialice la retirada del monumento.

Queda pendiente también para el final de la legislatura que se haga efectivo el cambio en el topónimo de la ciudad, aunque la normalización a Castelló que también creo tensiones internas -el PSPV condicionó su apoyo a una campaña informativa que retrasó los tiempos de Compromís-, llega descafeinada, al haber pasado la criba municipal y estar solo pendiente de la aprobación del Consell.

Atrás queda la contratación de Juan Ángel Lafuente como director de la oficina de planificación económica, que motivó la principal crisis del bipartito en 2017. Quien fuera en las listas socialistas en 2015 y rechazara entrar como edil fue elegido por la alcaldesa para gestionar los fondos europeos, lo que provocó el rechazó frontal de Compromís, que forzó su cese.

Precampaña

Con todo, ambos apuestan por reeditar el Pacte de Grau que les ha permitido gobernar desde 2015, los unos, Compromís, se presentan como el «motor del canvi»; y los otros, PSPV, como la «fuerza» del cambio. Diferentes conceptos para autoerigirse como los impulsores de la nueva forma de gobernar la capital tras 24 años de modelo PP.

Los socialistas han iniciado ya la carrera electoral, con la presentación oficial de la alcaldesa, Amparo Marco,que busca revalidar la alcaldía, mientras que Compromís espera al reglamento de primarias -que se podría cerrar en unos días- antes de confirmar al ahora vicealcalde, Ignasi Garcia, como candidato, con el fin de liderar el pacto. El sábado 26, a las 12.00, en el Raval Universitari, han convocado un acto ya de precampaña.