Esta página de los sábados, concede el protagonismo a seres humanos de Castellón, la capital y la provincia, desde una inspiración personal y de otras circunstancias. En esta ocasión, aparte de mis recuerdos como alumno suyo, al igual que lo tengo muy a menudo por quien fue mi compañero de clase en el colegio Obispo Climent, en el que después se convertiría en el mágico y universal pintor Ripollés. Y la monjita del colegio de huérfanos de San Vicente Ferrer, la hermana María Dolores, que fue la primera persona que me hizo subir a un escenario teatral para actuar. Y eso lo recuerdo muy a menudo.

Pero en esta ocasión ya el escenario está en el colegio Herrero y allí todos los recuerdos son para el maestro don Juan Boix Chaler, máxime esta temporada en la que me han hecho memoria, con insistencia, la impresora Begoña Vilar y el presidente de la gaiata de la Farola-Ravalet y de la Federació Gestora de Gaiates, Esteban Gual Ibáñez, tan diligente.

QUIEN ES. Ejerció como maestro durante nada menos que 44 años en el mismo colegio, el Herrero de Castellón, y eso ya es noticia. En 1933 había ganado la plaza por oposición y allí ya coincidió con sus compañeros don Severino Mercé, don Víctor Latorre, doña Rosario Jarque, doña Angelita Martínez, doña Patrocinio Santamaría y aquel jovencísimo entonces don Miguel Peris Segarra, que efectuaba las prácticas y al que volví a encontrar muchos años después, cuando ya poeta galardonado firmaba sus escritos como Miquel.

En 1944 fui alumno del colegio Herrero, aunque solamente por el espacio de un mes, desde mediados de septiembre, a comienzos del curso, hasta el día 18 de octubre, fiesta de Sant Lluch. Y tuve la suerte de encontrar en ese discreto espacio de tiempo a los profesores Boix y Monzonis cuando ya había disfrutado de las enseñanzas de las monjitas del colegio de huérfanos de San Vicente Ferrer y varios espléndidos maestros en el Obispo Climent, en el segon jardinet, tan castellonero.

Antes de que se llamaran profesores de EGB recibían el honorífico y entrañable nombre de maestros de escuela, cuya eufonía hacía aumentar su prestigio y autoridad tanto en el aula como en el patio del colegio y hasta en la calle. Y quiero decir enseguida que el maestro Juan Boix Chaler recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio y otras distinciones de honor que lo premiaban.

MANCEBO. En mancebo de botica, es decir, aprendiz de farmacia, me convertí yo desde el día siguiente a San Lucas, es decir, el 19 de octubre, en que tuve que abandonar el colegio para convertirme, a mis 11 años, en empleado de una farmacia, donde se estaba celebrando algo mágico que era la penicilina, la penicilina como antibiótico que ya recetaban los médicos.

Cuando tanto don Manuel Monzonis como de forma especial don Juan Boix supieron que me despedía de ellos y del colegio indagaron con cariño el motivo. Les conté mi historia personal, en el entorno de mi corta edad. Crecí muy rápido y estaba totalmente influenciado por mi condición de huerfanito que vivía con mis abuelos paternos. Lo cierto es que con don Juan mantuve una cordialísima relación desde entonces.

LA VIDA. Hijo de Isidoro y Encarnación, Juan Boix nació en Vinaròs el 23 de junio de 1912. Cursó la carrera en la Escuela Normal de Barcelona, simultaneando sus estudios con un empleo en una farmacia de las Ramblas. Y allí se hizo hombre, aunque no dejó nunca de hablar vinarrossenc, que tan feliz le hacía.

Cuando ya jubilado venía por la librería, nos unía más en la conversación el hecho de haber vestido los dos la bata blanca y haber sido capaces de recetar por nuestra cuenta, intentando calmar toses rebeldes y dolores articulares, además de ser respetuosos con las prescripciones facultativas de los médicos.

En 1932 estuvo un año de maestro interino en Cervera del Maestre y le cundió el tiempo. Preparó oposiciones para venir a la capital y conoció a Veva, una muchacha de la que se enamoró y cuando al año siguiente tuvo que venir a Castellón para hacerse cargo en propiedad de la plaza en el Herrero, le prometió que volvería para casarse con ella y como todavía no existía el móvil, se estuvieron escribiendo largas y apasionadas cartas de amor.

Pasó la guerra, se fueron curando poco a poco las heridas y el 22 de junio de 1940 -tal día como hoy— Juan Boix Chaler y Genoveva Salvador Ballester contrajeron matrimonio. En Cervera del Maestre. Y al paso del tiempo, nacieron dos hijos, Juan y Genoveva. Opositó a Enseñanzas Medias y la conocimos todos como profesora del Instituto Ribalta.

MÁS QUE MAESTRO. Algunos de los que fueron alumnos suyos, me aseguran siempre que don Juan era algo más que un maestro. Que enseñaba a amar la naturaleza con su misma pasión y, además de todas las disciplinas escolares, enseñó lo que se llama urbanidad, civismo.

Recibió muchos homenajes y distinciones, pero los maestros de Castellón, todos unidos, iniciaron el proceso para la concesión de la Medalla de Alfonso X el Sabio. Es conocido que don Juan no dio nunca un paletazo a un alumno, ni siquiera un cachete. Tuvo una amigo por encima de los demás, don Emilio Miralles, otra institución del Magisterio de Castellón nacido igualmente en Vinaròs. Y su amor a la naturaleza se amplificó desde su maset --vivienda-- del Cami del Mestrets.

Un día vino a verme para saborear conmigo palabras mágicas.

Fue el Dia de Sant Lluc de 1979, día en que se jubiló.