La feijoada está considerada como el plato nacional de Brasil. Elaborado a base de frijoles negros y carnes ahumadas, si acudes al país de la samba no tendrás que buscar mucho para probarla. Lo que a buen seguro no te esperarías encontrar en un país situado a más de 8.000 kilómetros de Castellón es un paquete de rosquilletas, unas pelotas de fraile, una coca de tomate, alioli o una paella. Pero sí lo puedes hacer. José Luis Ruipérez lo ha hecho posible.

Con experiencia en el sector de la panadería -su familia regentaba una en la Avenida del Mar de la capital de la Plana-, José Luis trabajaba en la construcción en Castellón cuando llegó la crisis. Como se considera “valiente o ‘corajoso’, como dicen aquí”, con 43 años decidió coger las maletas para probar fortuna en el país de origen de su esposa, donde ya tenía alguna inversión en el sector inmobiliario. Ocho años después, y tras cambiar los planos por los panes, no se ha arrepentido de esta decisión.

“Teníamos la posibilidad de trabajar aquí y documentación, así que nos lanzamos a hacer las Américas. En Brasil tienes que hacer un máster a diario, muchos empresarios que vinieron se han tenido que volver a España porque es complicadísimo trabajar, la mentalidad y los valores son muy diferentes, pero al final hemos conseguido abrirnos al mercado nacional y en un futuro próximo queremos empezar a exportar a otros países”, reconoce.

José Luis incide en que en ocasiones Brasil parece “otro planeta” con respecto a Castellón y justifica su decisión de apostar por el sector de la alimentación de esta forma: “Con los pisos aquí hay picos muy altos y después puedes pasarte seis meses sin vender ninguno. Como tenía experiencia en panadería me tiré a la alimentación y no nos va mal. Tenemos rosquilletas normales que recuerdan a las que hacía la Mustia en Castellón, pero más cortas, y también otras con parmesano, integrales, chocolate... Tenemos además coca de tomate, que aquí la hacemos distinta porque la de allí no la saben comer y encima no les gusta el atún, alioli, paellas o pelotas de fraile”.

Pelotas de fraile, nombre 'maldito'

Sobre este delicioso postre admite José Luis que los brasileños tienen guasa: “Creen que el nombre original es una palabrota, una afrenta hacia los frailes, así que aquí les llaman sonhos”. En Brasil hay un dulce similar, pero afirma este castellonense por el mundo que cuando prueban los suyos “flipan. Aquí hay un producto similar que se puede usar tanto de postre como de arma porque es muy duro”, asegura con una sonrisa.

Al gerente de Essencia de España, como se llama su empresa, no hace falta que le expliquen la receta de estas pelotas azucaradas rellenas de crema: “Mi padrino es Pedro José, de la Panadería Macián, que para mí hace las mejores de Castellón, pero como teníamos una panadería no ha tenido que pasarme la receta. Esa ya venía de casa”. También se ha hecho experto José Luis Ruipérez en el mundo de las paellas: “Es un plato muy solicitado aquí y en ocasiones nos desplazamos incluso a fiestas privadas para prepararlas”. En Brasil, afirma, “las paellas suelen llevar unos piñones que parecen bellotas y no conciban que ponga carne o verduras, lo que les gusta es el pescado. A veces parecen mariscadas”. Lógico y normal que sea el chef más solicitado en São José dos Pinhais y ciudades vecinas…

Casado y con dos hijos, cuestionado por el problema de la seguridad en su país de adopción, asegura que “depende mucho de la región en la que estés. En el Estado de Santa Catarina por ejemplo la gente se deja las puertas de casa abiertas y no pasa nada. En grandes ciudades, las zonas turísticas son seguras porque hay mucha policía, pero si te sales de ahí sí hay delincuencia y pueden llegar incluso a cortar autopistas con metralletas para asaltar a los conductores”. En resumen, José Luis confirma que Brasil “es un país de contrastes” en el que no le va nada mal gracias a su extraordinario carácter y a la gastronomía de su querido Castellón.

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